"La iglesia católica de hoy día está configurada como una dictadura"

Juan José Tamayo. Teólogo

El prestigioso autor presentó ayer su nueva obra, 'Otra teología es posible' y confesó que su gran sueño sería ver el final "del Papado y el Estado de la Ciudad del Vaticano" que no tienen un origen divino

Juan José Tamayo posa con el libro que presentó ayer en la APC durante un momento de la entrevista concedida a este diario.
Juan José Tamayo posa con el libro que presentó ayer en la APC durante un momento de la entrevista concedida a este diario.
Pedro M. Espinosa / Cádiz

24 de noviembre 2011 - 01:00

El prestigioso teólogo Juan José Tamayo (Palencia, 1946) presentó ayer en la Asociación de la Prensa de Cádiz su último libro, Otra teología es posible en un acto convocado por Comunidades Cristianas Populares en la provincia y el Comité Óscar Romero de la capital. Antes concedió una entrevista a Diario de Cádiz en el hotel Puertatierra en la que no eludió ninguna pregunta comprometida.

-En su libro dice que las religiones y sus teologías tienen que cambiar de rumbo, de lugar social, que deben abandonar las seguridades dogmáticas. ¿Cómo puede conseguirse ese cambio, esa otra teología que usted propone?

-Primero, situándose en el lugar social adecuado. Y el lugar social de la religión y de las teologías es el mundo de la marginación y la exclusión social. Ése es el origen de todas las religiones, en ningún caso el poder. Ese es también el horizonte en el que se movieron los grandes fundadores de religiones.

-¿Y ve últimamente a las altas jerarquías de la iglesia católica más apartadas de los pobres?

-Yo creo que sí. Un sector muy importante de esta jerarquía está aliada con los poderosos y muy alejada del mundo de los excluidos. Por eso la religiones tienen tan poco crédito, porque buscan más que el servicio, el privilegio. Este es el gran escándalo en las religiones en el siglo XXI, que están dispuestas a renunciar a los principios éticos de sus religiones con tal de codearse con los poderosos.

-Usted es un gran defensor del Concilio Vaticano II, del que ha llegado a decir que está secuestrado en manos de Benedicto XVI. ¿Se recuperarán alguna vez los valores de este Concilio?

-Es un buen momento para recuperar las grandes reformas que puso en marcha el Concilio Vaticano II, puesto que en 2012, en el que también se celebra el Bicentenario de la Constitución de Cádiz de 1812, se cumplen 50 años del comienzo de este concilio y sería bueno volver los ojos a Juan XXIII, el Papa que lo puso en marcha, y activar todo el potencial reformista que tuvo. Porque ciertamente el rumbo que han seguido sus sucesores, en concreto Juan Pablo II y Benedicto XVI es un rumbo preconciliar cuando no, en algunas ocasiones, anticonciliar. Si aquello fue un paso de la anatema al diálogo, estos dos pontificados últimos han sido un paso al contrario. Ambos Papas han cerrado toda posibilidad de diálogo dentro de la propia iglesia porque se han aliado con los sectores más conservadores.

-¿Volveremos a tener un Papa franciscano alguna vez?

-Bueno, tampoco el hecho de ser franciscano es una garantía de que sigan el espíritu de San Francisco. Yo de entrada le digo que no soy partidario del Papado, que no es una institución divina sino que es una creación histórica en un momento determinado en que la iglesia se afirma como poder y deja de ser una iglesia de base, doméstica y encarnada en el mundo de los pobres. Mi sueño más bien es que desaparezca el Papado y el Vaticano como un organismo controlador y centralizador de la fe, y por supuesto que desaparezca el Estado de la Ciudad del Vaticano.

-Tiene usted un sueño difícilmente realizable, ¿no?

-Pues sí. Pero vamos, por eso digo que tampoco quiero un Papa franciscano que no viviera el espíritu de paz y convivencia fraternal de Francisco de Asís.

-¿Qué papel cree usted que deben jugar las mujeres en la iglesia católica que usted desea?

-Pues un papel fundamental. Es preocupante que todavía se plantee esta pregunta, porque se presupone, y así es, que juega un papel nulo dentro de la iglesia católica.

-Y en otras muchas religiones también.

-Sí. Yo diría que las religiones se llevan muy mal con las mujeres y las tratan de manera marginal. Las excluyen del ámbito de lo sagrado, les impiden asumir responsabilidades directivas, les dificultan el acceso a la teología, les imponen una moral represiva en relación con la sexualidad, con la concepción de pareja, la planificación familiar. Es decir, que a las mujeres en la iglesia católica se la sigue tratando como objetos. Mi ideal sería que las mujeres en la iglesia sean sujetos eclesiales, sujetos teológicos y que puedan acceder a lo sagrado con su propio protagonismo.

-¿Cree posible que se produzca alguna vez un diálogo interreligioso e intercultural que nos acerque a todos un poco más?

-No solamente espero que sea posible sino que es necesario y urgente. Yo no digo que todos los conflictos del mundo tengan una matriz religiosa, más bien se han producido por razones políticas, económicas y de poder, pero claro, las religiones han atizado el fuego de esos conflictos y son como una especie de gasolina. Aún hoy en día las religiones están en pie de guerra, beligerantes contra el laicismo, contra los no creyentes, contra la sociedad secular y los disidentes.

-¿Teme usted que las revueltas que se están produciendo en los países árabes puedan traer consigo un auge del fundamentalismo islámico y la aparición de nuevas teocracias?

-No lo desearía. No sería justo que estas luchas y movilizaciones que se están produciendo desembocaran en regímenes confesionales islamistas. Lo que buscan con estas revueltas es el principio de la dignidad personal, la justicia social, el reparto equitativo de los bienes y la libertad. Yo me inclino por estados laicos al estilo de Turquía, que no está regido por la sharía ni la ley islámica ni tiene su fundamento en el Corán.

-¿La crisis afecta a la fe o la fe ya lleva mucho tiempo en crisis?

-La fe lleva en crisis tanto tiempo cuanto los creyentes no dan testimonio de la misma. Porque la crisis de fe no procede de los enemigos de la fe, que no existen, sino del interior de las propias religiones. La crisis de fe también es provocada por el sistema económico neoliberal que está apoyado a veces por los propios creyentes y por no pocos dirigentes.

-¿Por qué a veces es tan blanda la iglesia católica con algunas dictaduras y se muestra implacable con prestigiosos teólogos?

-Esa es la pregunta que yo haría también. Es tan blanda con las dictaduras porque yo creo que ella funciona como una dictadura. La iglesia católica hoy está configurada como un estado, que no es un estado social de derecho, sino que es un estado autoritario, en el que el sumo pontífice detenta en su persona los tres poderes en plenitud, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, y por eso se comporta de manera tan tolerante y comprensiva con los regímenes autoritarios. Los comprende porque son de su misma naturaleza. Y es intolerante con los teólogos críticos, pero eso, de alguna manera, es la práctica de las dictaduras. Es lógico que no permita el pluralismo, la diversidad, la crítica, la heterodoxia en definitiva. Impide la libre opinión como cualquier dictadura.

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