La vocación de ayudar al prójimo
Las Juventudes Marianas Vicencianas de Cádiz tienen misiones en Honduras, Bolivia y Mozambique Los misioneros tienen una formación previa a la realización de sus trabajos
Madrid, Munich, Johannesburgo y, por fin, Nampula. Este es el recorrido que Cristina Santana, una joven profesora gaditana y misionera de las Juventudes Marianas Vicencianas, ha hecho hasta llegar a Nacala, una pequeña ciudad en Nampula (Mozambique) donde permanecerá durante dos meses.
Cristina lleva cuatro años dando formación misionera en Madrid, empezó su andadura en el año 2010, repitiendo este verano, con las mismas ilusiones que entonces, y siempre confiando en que Dios pondrá en ella las fuerzas y los medios necesarios para hacer su labor allí lo mejor posible. Y es que, como ella dice: "Soy de las personas que se dejan en manos de Dios, y gracias a esa fe que tengo, me ayuda en las decisiones que tomo en mi vida". Para ella la fe es un pilar en su vida, a pesar de que actualmente a muchas personas, sobre todo jóvenes, les resulte desfasado o no lo entiendan, pero para Cristina es vital para afrontar esta nueva misión en el continente africano.
Cristina Santana dará clases en Nacala, igual que hizo en su anterior visita, a niños en la escuela. Ella hará todo lo posible para que los niños a los que dé clase, ya sea de educación física o lengua portuguesa, aprendan lo mejor posible en ese tiempo. Los niños "tienen un nivel muy bajo, uno de cuarto puede estar perfectamente en segundo en España", dice Cristina. Pero lo verdaderamente relevante es formar a los profesores de la localidad para que con los medios técnicos que poseen puedan ejercer su profesión y educar de la mejor manera posible a los pequeños.
A ellos no les hace falta grandes cosas para jugar , "son felices e incluso fabrican sus propios juguetes".
Mozambique es un país pobre. Esa pobreza no está solo latente en la falta de medios existentes, "algo que choca porque Sudáfrica está al lado y hay españoles que se están yendo a trabajar allí ahora mismo". Sino también, la falta de formación que tienen sus habitantes. Una falta de formación que no sólo afecta a la educación, sino a las creencias religiosas, a la salud y, en consecuencia, a la calidad de vida.
La religión en Mozambique es muy importante. Las personas combinan sus costumbres tribales, en la que los brujos les dan soluciones a sus enfermedades con el uso de plantas curativas para enfermedades como la malaria, lo que provoca numerosas muertes por el solo hecho de no acudir a un médico. Con la existencia de religiones como el cristianismo o el islam que "conviven y se llevan muy bien" a pesar de lo que suceda en otras partes del planeta. Pero, lo más curioso y sorprendente es la creencia en Satanás, el cual piensan que vendrá algún día y los castigará por los pecados que hayan hecho en sus vidas. Suelen advertirlo, según Cristina, con frases como "¡Satanás te va a castigar!". Una vez más está palpable la falta de formación que tienen y que les hace pensar que Satanás vendrá en forma de terrible monstruo a por ellos para castigarlos.
La solución a todos estos problemas en África no basta solamente con construirles un pozo, llevarles comida o juguetes. No, la solución está en proveerles de los conocimientos necesarios para crear las herramientas para conseguir que ellos mismos ideen la maquinaria y produzcan lo que necesiten sin depender de los países occidentales que, lamentablemente, previamente los han empobrecido, enriqueciéndose a su costa.
Es duro admitir que occidente vive tan bien gracias al mal del tercer mundo. Muchos les dan la espalda. Aunque como dice Cristina, "hay mucha gente que colabora, que es cooperante".
Cristina dice que "hay que moverse" y acudir a las ONG's para ayudar. Ella piensa que, a pesar de todo, hay gente muy comprometida. Y recalca que "¡si hay más, bendito sea Dios!".
África no es el único lugar donde hace falta ayuda, "aquí en Cádiz hay mucha gente que lo está pasando francamente mal".
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