El deseo de ser padres más allá de lo biológico

No poder tener hijos propios y querer ayudar al prójimo dándole una vida mejor, son los motivos de la adopción

María Jesús Natera/ Cádiz

27 de julio 2008 - 01:00

"Siempre había querido adoptar". Esa es la respuesta que da una madre adoptante gaditana de dos niños mejicanos cuando se le pregunta sobre el motivo de su adopción. Sin embargo, el paso decisivo lo dio a raíz de sus problemas para quedarse embarazada. Y así fue como hace once años se decidió a dar uno de los pasos más importantes de su vida. Una responsabilidad para siempre y para la que se ha de estar preparado. Esta familia realizó los trámites oportunos para una adopción internacional, y a pesar de las interminables listas de espera, a ella la llamaron al mes y medio siguiente. Un niño de casi tres años de un poblado indígena de Méjico les esperaba. Había venido al mundo con algunos problemas de salud y necesitaba urgentemente una familia que se encargase de él.

Al llegar allí a recogerlo al pequeño ya le habían operado en cuatro ocasiones y su aspecto, como su madre explica, parecía más el de un bebé; "apenas pesaba seis kilos y ninguna ropa que le llevé le servía". Ella y su marido permanecieron 40 días en Méjico y además de aprovechar para hacer turismo por el país, estuvieron comprando nuevas prendas para su hijo. El niño no andaba ni hablaba y esta familia de Cádiz tuvo la suerte de recibir la ayuda de un grupo que colaboraba con los indígenas de allí.

Tan grata fue la experiencia, que dos años después esta pareja de gaditanos se animó a adoptar a otro niño más. En este caso se trataba de una niña que había dado a luz una madre adolescente. Volvieron a ir a Méjico y se trajeron a Cádiz a una hermanita para el niño.

La madre de estos dos niños de nueve y catorce años de edad se declara "muy feliz con sus niños", y afirma que ellos saben que son adoptados porque no podría basar su relación de familia en una mentira. "Me parece horroroso, saber cuál es tu origen es fundamental, además, mis hijos son los primeros defensores de su país natal", como explica esta mujer.

Esta gaditana se lamenta de la falta de acompañamiento que reciben los padres adoptantes una vez que les han entregados a los pequeños. "Las madres que esperan un hijo biológico tienen nueve meses en los que se preparan psicológicamente. Nosotras no, y más cuando los niños llegan con problemas de comunicación, desorientación o adaptación". Así se confiesa esta mujer, que comenta que aunque a veces se derrumbase, siempre se venía arriba cuando su hijo le sonreía.

Y es que para estos padres resulta muy gratificante cualquier gesto que reciban por parte de sus hijos, pues así se aseguran de que están bien en su nueva casa. Lo mismo piensa otra de las familias de Cádiz que se animó a adoptar, en este caso, a un niño etíope.

Hace ya dos años que este pequeño nació y hoy en día pasea por la ciudad con su padre adoptivo de su lado. Este gaditano, explica lo feliz que está con sus dos hijos, el primero de ellos biológico y el segundo adoptado. Para esta familia, desde el comienzo de los trámites hasta que recogieron a su bebé pasó un año y medio, un poco más de tiempo que la anterior pero que también sorprende dada la lentitud que caracteriza a este proceso. La familia al completo se dirigió hasta Etiopía a recoger al nuevo miembro. Allí les esperaba un varón de cinco meses, Dawit Senay, cuya tez morena le encantó al padre: "el hecho de que sea especial por su piel me enorgullece, pero para mí mis dos hijos son iguales".

Estos padres mantienen su relación con el país africano del que procede su hijo, pues tienen proyectos de diversa índole planteados allí: llevan biberones a orfanatos, zapatos e incluso están pendientes de la educación de algunos niños del lugar. Este pequeño, ya hoy un gaditano más, se adaptó perfectamente a su nueva localidad, como explica el padre, todo el mundo se mostró muy receptivo con él. "Adoptar es una cuestión de actitud, no de dinero", sentencia este hombre que recomienda que los padres adoptantes eduquen a sus hijos con valores y no a base de caprichos como hacen muchos.

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