'Yo confieso', el primer artículo de Monforte
Cateto a babor
LO que son las nuevas tecnologías. Todo va rapidísimo. Como ya llevo 62 caracteres escritos creo que entre tú y yo ya hay confianza. Así que te lo voy a decir, sin más letras. Soy un cateto digital.
Si allá por el siglo pasado a los catetos se les relacionaba con la boina y el pantalón en la fase de inicio de la barriga, a los catetos digitales se nos identifica, sobre todo, porque en vez de una "tablet", llevamos todavía un cuaderno de acuadrito en la mano y en el bolsillo, porque llevamos bolsillo, transportamos un diccionario que traduce del carajotés, el idioma del man pushing overvoiming, a español.
No me vayas ahora a preguntar qué es lo del man pushing overvoiming… yo que sé, será un tío de estos de los que llevan zarcillos y camiseta como enseñando papa. Un día me preguntó mi "personal choper" (así se le llama ahora los carniceros) si yo no tenía camiseta malva de escote pronunciado y mangas para enseñar papas. Le contesté que lo único que he enseñado con éxito en mi vida fue una fuente de papas con chocos, cargaítas de orégano… Quillo, que me desvío, al lío, que se me acaban los caracteres.
Los catetos digitales tenemos que estar permanentemente atentos para traducir del carajotés al español. Y ¿qué es el carajotés?, pues dícese de la carajotá de decir en inglés cualquier cosa que suene a moderno. Yo creo que la crisis nos ha hecho sentirnos tan pobrecitos que ya hasta nos da vergüenza decir las cosas por su nombre y por eso las disfrazamos con palabras pomposas, en el idioma del macpollo. Barcelona está estos días empetá porque se celebra lo que en carajotés se ha dado en llamar la Mobile World Capital que traducido resulta una reunión de una jartá de notas para hablar de teléfonos móviles. Todo es digital… excepto los copazos, que me han dicho que no tienen nada de digitales. Allí están alucinando con las cosas que se pueden hacer con las pantallitas y lo último de lo último son unos relojes que te hacen hasta análisis de orina. Por cierto, ten cuidao, con la manecilla que te coge la muestra.
Son relojes capaces de todo. No se atrasan, te dicen la temperatura, te dan las últimas noticias, te asesoran para escoger el color del yersi y si ven que vas a llegar tarde le sale una voz que dice: ¡Aligera, coóne!
Como cateto digital reivindico el reloj de manecillas. De verdad, lo que me gustaría es llevar en la muñeca un reloj de cocina, de los que al final de la manecilla del segundero llevan pintada una naranja mandarina. A ver si un ingeniero le pone una utilidad al reloj inteligente que sea la de prepararte un zumito a las ocho cuarenta y dos. Hasta ese momento a los relojes esos que le den por Samsung.
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