Un mes de levante
Levantera
El viento azota las costas gaditanas con pequeñas treguas y con previsiones de continuidad.
El día del Carmen marcó un inicio. Desde entonces no nos hemos librado en la zona gaditana de la maldición del viento de levante. Sí, es verdad, ha dado treguas, cortas y que no llegaron a ganar nuestra confianza, con esas sospechosas noches de levante en calma y algunas oportunidades concedidas al hermano Poniente, que no terminó de asentarse. Pero aquel día, va a hacer un mes, empezó uno de los ciclos más largos de azote que se recuerdan en los últimos tiempos. El 16 de julio pasado, las mediciones del Real Observatorio de la Armada en San Fernando registraron rachas endiabladas de casi 87 kilómetros por hora, y la velocidad media del viento rondó los 40 por hora. Recordarán los isleños una Feria casi insufrible mientras numerosas procesiones marineras en honor de la advocación del Carmen tuvieron que ser suspendidas por el estado de la mar.
El viento había empezado a dar señales de sus intenciones hace exactamente un mes, el 13 de julio, y se reveló abiertamente con un crescendo continuado durante la noche de paso al 14, jornada en que ya las rachas de mediodía se acercaron a los 70 por hora, con una media de la mitad. El día 21 parece que Levante consideró que una semana de paliza, con ese cénit cerca delos 90 por hora alcanzado el 16, era suficiente, y se alejó, dando paso a cuatro días casi ideales, con alguna noche en calma e insinuaciones refrescantes de Poniente.
Hacer una crónica de la marcha del viento, atendiendo a las curvas registradas por el Observatorio isleño, puede ser apasionante. El seguimiento da para recordar días y momentos de comidas frustradas en la playa, cenas volanderas en terrazas y citas con compañía meteorológica inesperada. Así, después de esos cuatro días, el de Santiago y los dos siguientes volvió Eolo a las andadas. Sí, sí, fue aquel domingo que habías quedado en La Barrosa o en La Fontanilla de Conil y ni los toldos de los excelentes restaurantes pudieron evitar que el plato tuviera una buena guarnición de arena.
Creyeron tener mejor suerte los miles de turistas que llegaron a las costas gaditanas a principios de agosto. Es verdad, el mes vacacional por experiencia mostró su mejor cara al inicio, con una semana en la que los vientos servían sólo para cebar el tópico de que en Cádiz por las noches es conveniente usar una rebequita o al menos vestir manga larga. Desde el último fin de semana de julio hasta el primero de agosto, la velocidad media del viento llegó a caer a cero en bastantes momentos, con sólo algunas rachas, escasas, en torno a los 30 por hora. Muy soportable, muy agradable, muy vacacional: era un engaño, tal vez una treta.
Porque en llegando el sábado 6 la noche arreció, hubo que empezar a cerrar ventanas, y tras los cristales el ulular comenzó a ser el sonido reconocible de tantas ventoleras. Las rachas se volvieron a acercar a los 80 por hora. Y así estamos desde entonces, una semana después y con las previsiones señalando a otro fin de semana de arenas punzantes y sombrillas voladoras. Dicen las informaciones meteorológicas que acabando el domingo la cosa empezará a aflojar, pero mientras tanto, la velocidad media volverá a superar los 30 por hora, con picos que doblarán esa cifra ampliamente.
Dicen que el levante te vuelve loco, pero quizá sea más bien efecto de su presencia cansina que de malos aires, y más cuando encadena secuencias de semanas como en esta ocasión. Es eso, lo que en muchas partes se llaman "vientos de las brujas" o "vientos locos" que soplan en muchos lugares del planeta, produciendo efectos nocivos similares al del levante, conocidos por las poblaciones locales. Otro viento desértico, el "Santa Ana", cuando sopla seco y tórrido por las montañas costeras del Sur de California, produce un notable aumento de los delitos criminales, brotes violentos y suicidios. Los "Bitter Winds", que soplan desde Arizona del Norte hasta Méjico, ya eran mencionados por la tradición local india como causantes de trastornos mentales a personas sensibles a la "enfermedad del viento". Vientos como el "Mistral" en el Sur de Francia, el "Siroco" en Italia y en las Islas Canarias o el "Simún" en el Norte de África causan trastornos parecidos. Pidamos entonces, tener buena suerte.
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