Las huellas indelebles del desastre
Ruta guiada por los lugares del maremoto de 1755
Éxito de público en la segunda edición de una cita que se consolida entre gaditanos y visitantes
El Castillo de San Sebastián, la playa de La Caleta, la iglesia de Nuestra Señora de la Palma y el Castillo de Santa Catalina fueron ayer los escenarios principales de la segunda ruta guiada 'Los lugares del maremoto de 1755', organizada por el Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD), el Campus de Excelencia Internacional del Mar y la Universidad de Cádiz.
A las cinco de la tarde en el Castillo de San Sebastián se dieron cita un grupo de unas 150 personas que esperaban con ansia las explicaciones de José Antonio Aparicio, presidente del IERD y encargado de recordar cómo afectó el terremoto de 1755 a la ciudad y qué zonas fueron las más dañadas por este desastre natural.
José Antonio señaló que este año, por primera vez y a instancias de la ONU, se celebrará el 5 de noviembre el Día Mundial de la Concienciación sobre Tsunamis, una noticia que calificó como fundamental porque "lo importante de un maremoto es cómo salvar la vida y cómo recomponerse", ya que según el experto, "no hay duda de que el maremoto de Cádiz volverá a ocurrir".
Así, Aparicio afirmó que fue el 1 de noviembre cuando, precedido por un terremoto de 8,5 grados en la escala Ritcher con epicentro en Lisboa, se empezó a notar en la ciudad un temblor mientras la mayoría de la gente estaba en misa, lo que provocó que "muchas mujeres embarazadas dieran a luz en las iglesias de San Antonio o San Agustín". La virulencia del terremoto fue tal que "tuvo una duración de nueve minutos casi sin interrupción, una auténtica barbaridad", recalcó el director del IERD. "Al principio fue una pequeña vibración y luego empezó a moverse todo de una manera brutal".
Tras el terremoto se desencadenó un maremoto que generó "olas de 15 metros que viajaban a 400 kilómetros por hora, por lo que no hubo tiempo de reacción". Uno de los daños más notables lo sufrió la muralla de la Caleta, que fue destruída por completo. Aparicio destacó la fuerza del terremoto, del que aún hay sedimentos en Los Toruños. "Este terremoto no ha sido el único ni va a ser el último de la historia de Cádiz", subrayó.
En la entrada de La Caleta un primer golpe de mar arrancó 20 metros de pretil y "los puntales del colegio Valcárcel salieron disparados hacia el barrio de La Viña". Ese fue otro de los puntos destacados de esta ruta, La Viña y la iglesia de La Palma, donde el grupo se situó frente al cuadro de la virgen que recuerda la hazaña según la cual las aguas retrocedieron milagrosamente tras la oración del padre Francisco.
El destino final de la visita era el Castillo de Santa Catalina, donde los visitantes pudieron comprobar las zonas en las que los golpes de mar fueron más impactantes y los destrozos que realizó el maremoto. Entre ellos, José Antonio Aparicio recalcó la desaparición de la 'Garita de los diablos', que fue arrasada por la fuerza del mar. "Los daños en los bajos de la muralla fueron tan palpables que años después hubo que reconstruirla por completo".
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