Las barbacoas a la luz de los focos
Noche del carraNZA Evolución de un evento polémico
La denominada fiesta del verano gaditano se ha convertido en un problema de difícil solución que ha ido paralelo a los conflictos de la movida juvenil nocturna desde los años 80
La fiesta del verano gaditana, como ha sido denominada en los últimos tiempos, se ha convertido en un problema de difícil solución. Una patata caliente que ni desde el Consistorio ni desde Costas se deciden a truncar de manera contundente. Sin embargo, en los últimos años y de forma indirecta se está acotando la libertad y erosionando el ánimo de los gaditanos y visitantes que acampan en la arena con las barbacoas para disfrutar de esta noche con sus familiares y amigos.
Este año, como ya se ha avisado por parte del Ayuntamiento y de la Subdelagación del Gobierno, la zona a ocupar se limita entre los módulos 1 y 4 de la playa Victoria. Son los comprendidos entre el final del cementerio, junto a la calle Dorotea, y el de la calle Neptuno, a la altura de la glorieta Elios. La hora tope se fija a las seis de la mañana, momento en el que tanto miembros del Cuerpo Nacional de Policía y del Seprona de la Guardia Civil procederán al desalojo.
En los últimos años la fiesta parece que ha perdido su esencia original. Se ha pasado del montaje espectacular a la simpleza del bocadillo. Muchos jóvenes se limitan solamente a lo que denominan 'bebecoa', se aprovisionan con los útiles necesarios para el botellón y se olvidan de las chuletas y los chorizos hasta que terminan ebrios a altas horas de la madrugada cuando el ambiente comienza a ponerse turbio y las reyertas nublan el ambiente familiar de antaño.
LOS FOCOS REVITALIZARON LA CELEBRACIÓN
La historia de la eclosión de las barbacoas en Cádiz va paralela a la historia de la movida nocturna y a la demostrada falta de educación cívica de muchos ciudadanos. Esto ha llevado a la actuación de las autoridades y a la delimitación de ciertas prácticas que demuestran la falta de respeto hacia los espacios públicos de la ciudad y hacia el resto de la población que en esos momentos decide quedarse al margen.
Pero el acompañamiento institucional y la falta de exigencia por parte de las autoridades durante este tiempo han permitido que se cree un conflicto social que ahora se enfrenta a una complicada solución. Los focos que iluminan todas las noches de verano las playas urbanas de la capital gaditana se colocaron en el año1997. Una promesa electoral que por aquel entonces, según quien fuera teniente de alcaldesa, Francisco Súnico, permitiría "convertir, también por la noche en el polo de atracción del ocio veraniego".
La primera noche de barbacoas del Carranza con la nueva iluminación "fue una feria", según la crónica de Diario de Cádiz de ese año y presenta la colocación de los focos como una "mejora" que facilita ver cuando la carne de los pinchitos está hecha y la limpieza de las sardinas sin ningún inconveniente.La respuesta del público al producirse el apagón a las cuatro y media de la madrugada fue un sonoro abucheo.
Ese mismo año, desde el Gobierno Local, el concejal encargado de la Delegación Municipal de Limpieza, Julio Braña, puntualizaba que "el Ayuntamiento jamás prohibirá la celebración de barbacoas en la playa durante la celebración del Trofeo" y que "esta forma de vivir el torneo veraniego es única de Cádiz y desde el Ayuntamiento lo que hay que hacer es promocionarla para que sea conocida en toda España".
Y la promoción llegó hasta conseguir el objetivo de obtener el record Guinnes de concentración de barbacoas en una playa en el año 2000. Los técnicos de la playa se dedicaron a contabilizar a las personas que ocupaban la arena. El por entonces concejal de playas, Jesús de Sobrino, remarcaba que "tenían la playa medida al dedillo" y se alimentó con el la multitudinaria convocatoria .
Este fue el último año de felicidad entorno al evento del verano. El 2001 fue el comienzo del declive. Tras el mecenazgo municipal, los gaditanos y visitantes demostraron a la luz de los focos como no se debe comportar una persona educada en la playa. Una noche tranquila, para vivirla como en casa. Aquella madrugada se pudieron observar cómo las reuniones de barbacoa utilizaban las pailas de madera que hacen de pasarela para protegerse del viento de Levante, presente aquel día. Se parceló la playa, los muebles se sacaron a la calle: aparecieron mesas, tresillos, aparadores, cocinas de butano e incluso frigoríficos. Incluso, las papeleras se utilizaron como neveras para enfriar, a base de hielo, las bebidas. Un desconsolador relato que cambió la mirada de gran parte de la población y de las autoridades implicadas.
Para la siguiente edición, en 2002, desde el Ayuntamiento se aseguraba que se sancionaría a los que ensucien la playa. Aparecieron las patrullas del Seprona de la Guardia Civil para ayudar en el desalojo de la playa. La operación Playa Limpia se puso en marcha. Los accesos a la arena estaban vigilados por guardas jurado que examinaban las pertenencias que introducían los distintos grupos. Se produjo el reparto de 10.000 bolsas de basura y se anunciaron multas de hasta 900 euros por abandonar restos en la arena y por el destrozo del mobiliario urbano.
LAS AUTORIDADES, CONDENADAS A ENTENDERSE
Los vientos cambiaron, y desde entonces también han cambiado muchas caras en el Consistorio gaditano. La falta de civismo de 2001 puso en alerta todas las alarmas. Esto se ha descontrolado, debió de pensar más de uno. En estos años, tanto el ayuntamiento como la Demarcación de Costas se han pasado la pelota de tejado en tejado. En 2006, Costas avisaba de los efectos contaminantes sobre la playa de las barbacoas para contradecirse en 2009 aduciendo "que es una situación puntual" y el medio tiene un alto poder de autorecuperación. Desde el Ayuntamiento se ha empezado a acotar las zonas de celebración y la sensación es la de provocar el hartazgo en la población. La gran fiesta del verano gaditano que lleva nueve años siendo examinada sin ninguna solución a corto plazo ni de las autoridades ni de la ciudadanía. Todo esto a la luz de los focos.
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