Desaparecido del mapa (3-0)
Lucena-Cádiz
El Cádiz encaja su primera derrota con una imagen ridícula que hace dudar de la calidad de la plantilla. Los cordobeses son los únicos que ponen ganas y se meriendan a los gaditanos de principio a fin
Nunca hubiera podido imaginar el cadismo que la primera derrota de su equipo esta temporada iba a llegar acompañada de uno de los mayores ridículos que se han visto jamás sobre un terreno de juego. El Cádiz no sólo perdió el partido frente a un Lucena infinitamente superior. Las derrotas forman parte del juego. Lo preocupante es que perdió el orgullo, perdió el carácter, perdió el alma... Menudo repaso se llevaron unos jugadores que no dieron ni una señal de vida mientras los goles fueron cayendo uno tras otro. Hasta tres. ¿Dónde jugó el Cádiz? En Lucena, no.
Si los futbolistas tienen un mínimo orgullo profesional no olvidarán nunca el deprimente papel que realizaron ayer. En cualquier empresa hubieran sido despedidos de inmediato, por mucho que su superior –el entrenador– les hubiera eximido de toda responsabilidad. Quizás alguien debería explicarles qué significa el escudo del Cádiz para la ciudad, para la Bahía, para la provincia.
Dar un agradable paseo por el tranquilo casco urbano de Lucena hubiera sido más útil que saltar al césped artificial para jugar a nada. ¿Por qué los jugadores del Lucena parecían corredores de 100 metros y los del Cádiz bebés que están empezando a andar? Inexplicable falta de actitud. Suspenso individual y colectivo en una lección de David a Goliat. Cura de humildad para el supuesto grande.
El caso es que los aracelitanos borraron del mapa a un triste Cádiz que se sabe que estuvo en tierras cordobesas sólo porque el árbitro lo reflejó en el acta. Los locales imprimieron intensidad ante un rival que jugó como la moviola, a cámara lenta, sin el menor amago de reacción ante la adversidad.
El combativo Lucena fue el primero en asomar la patita con un balón que se paseó por el área pequeña visitante sin encontrar rematador. El despliegue físico de los locales destruyó la maniobrabilidad de los amarillos que, sin embargo, dispusieron de su ocasión más peligrosa al cuarto de hora. Un zapatazo de Ferreiro desde la frontal del área se marchó rozando el palo derecho de la meta defendida por Vargas. La falta de puntería cadista contrastó con el olfato de los lucentinos, que se adelantaron en el ecuador del primer acto por mediación de Fede tras un error defensivo de la zaga visitante. El atacante le ganó la espalda a De Coz para aprovechar el excelente servicio de Obregón y poner el 1-0 en el luminoso.
Mal se le pusieron las cosas a un conjunto amarillo que tiró por tierra la fama de solidez defensiva que se había ganado en las jornadas precedentes. El panorama se tornó sombrió con una escuadra local crecida y un Cádiz que no sabía cómo hincarle el diente a un rival que sabía a qué jugaba. El Cádiz no debía saberlo, porque fue engullido de cabo a rabo.
El Lucena martilleó a la contra y Quini dio un nuevo aviso antes de que Akinsola –el único que tiró a puerta alguna vez– se revolviera en el área sin éxito. Su doble disparo se estrelló contra Mario y Vargas.
El Cádiz desplegó hasta ahora inédito su catálogo de errores de una defensa con más agujeros que un colador. Si en el primer gol lucentino la zaga anduvo lenta, en el segundo (minuto 36), sólo le faltó servir un té con pastas a Sergio Castillo, que cabeceó completamente solo una falta botada por Rubén Cuesta. Lejos de reaccionar, el equipo amarillo se descosió y se dejó llevar por el ritmo aracelitano.
El Cádiz estaba obligado a remontar tras el descanso. Su capacidad de reacción estaba a prueba. Comenzaron la segunda parte los mismos once jugadores que protagonizaron la desastrosa primera mitad. Pero los amarillos necesitaban un cambio de rumbo y a los pocos minutos Jose González dio entrada a Juanjo e Ikechi por Dioni y Toti. De nada sirvieron los cambios. Los jugadores se empeñaron en consumar el ridículo y lo consiguieron. De nada sirvió el dominio territorial.
El Cádiz adelantó sus líneas, se volcó en busca de goles ante un rival en su salsa, acomodado atrás a la espera del contraataque. En uno de ellos Aulestia –mediada la segunda mitad– salvó con un pie un zurdazo de Quini.
Los minutos avanzaron a favor de un Lucena que inclusó llegó a gustarse con el balón y bailó a un Cádiz atolondrado, ausente, que no se enteró de qué iba la película y que ni siquiera fue capaz de llevar el balón entre los tres palos pese que se supone que debía buscar al menos la igualada.
Jose González se jugó la última carta a falta de un cuarto de hora. Dio entrada a Juanse por Camille y dejó una defensa de tres hombres. El último intento a la desesperada tampoco surtió efecto. Por si todavía quedaba alguna duda, los locales redondearon la faena con un golazo de Quini que abortó una posible reacción cadista que nunca llegó a producirse.
El partido murió con la primera derrota de la temporada para un Cádiz que dejó sensaciones preocupantes más allá de la pérdida de los tres puntos. La conclusión no puede ser otra: no basta pasear el nombre para ganar los partidos.
Alineaciones:
Cádiz: Aulestia, De Coz, Camille, Baquero, Goicoetxea, Óscar Pérez, Héctor Yuste, Ferreiro, Dioni, Toti y Akinsola
Lucena: Vargas, Sergio Castillo, Fran González, Rubén Cuesta, Sarmiento, Jesús Lanza, Fede, Mario, Quini, Obregón y Hugo García
Árbitro: Moreno Hidalgo (castellano manchego).
Tarjetas: Amarillas Por parte del Cádiz: Ferreiro (35’), Juanjo (72’) y De Coz (89’). Por parte del Lucena: Obregón (61’) y Sarmiento (72’).
Goles1-0 (20’) Fede. Obregón sirve un pase en profundidad a Fede, que le gana la espalda a De coz y bate a Aulestia con un fuerte disparo que entra en la portería después de tocar en un palo. 2-0 (36’) Sergio Castillo. El lateral lucentino cabecea completamente solo en el área pequeña tras una falta botada por Rubén Cuesta. 3-0 (76’) Quini. El extremo supera al meta cadista de un potente derechazo tras una acción individual.
Incidencias: Partido correspondiente a la séptima jornada disputado en el Nuevo Estadio de Lucena ante unos 3.200 espectadores, entre ellos unos 200 seguidores cadistas, la mayoría ubicados en uno de los fondos. Antes del inicio del encuentro hizo el saque de honor Capote, jugador del conjunto local que sufrió una parada cardiorrespiratoria mientras entrenaba por la que permaneció dos semanas hospitalizado.
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