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Llegados a este punto, con el descenso a sólo tres puntos, se puede optar por tomar dos caminos. Uno sería el de cargar contra los jugadores por el pésimo partido de ayer, cargando con dureza contra muchos de ellos. Otro, realizar un ejercicio de optimismo para ayudar en lo posible a que el equipo gane el domingo al Nástic y que termine así una pesadilla que cada vez parece más real. El Cádiz volvió a mostrar ayer los errores de toda la Liga y se llega a una situación en la que el entrenador, sea cual sea, ya no sabe cómo explicar lo que sucede.
La primera parte fue un dèjá vu. El Cádiz empieza el partido controlando el juego, parece tener las ideas más claras que su rival, incluso dispone de alguna ocasión, pero es el Celta quien cobra ventaja. Siempre hay una circunstancia inesperada, un fallo, una desaplicación. Natalio podía haber adelantado a los amarillos con un remate a los tres minutos después de una gran jugada entre Raúl López y Natalio, pero Esteban lo impidió. Las sensaciones eran muy positivas, pero eso para el Cádiz no es suficiente.
Limia hacía una buena parada a un disparo de Quincy al filo del cuarto de hora, pero era una acción aislada porque a los locales se les veía atenazados por los nervios y con poca capacidad para llegar al área con peligro. Las indecisiones celestes eran contagiosas y a los 20 minutos el partido era un despropósito, con constantes pérdidas de balón de unos y otros. El Cádiz ya no controlaba, pero tampoco sufría.
Como viene pasando a lo largo de toda la temporada, no es necesario que el contrincante haga más méritos para hacer un gol y ayer volvió a suceder. A la media hora, una jugada aparentemente tonta termina con un pase de Canobbio a Perera, que marca solo de un tiro cercano muy potente. Paz reclama fuera de juego, pero el gol sube al marcador.
Un mazazo para los amarillos, que intentaban reaccionar a renglón seguido. Pudo llegar el empate con un cabezazo de Dani en el 35', pero el balón se fue al larguero y salió despedido tras un centro de Enrique. Todo lo contrario pasaría en la siguiente jugada, en la que Quincy recibía con espacios, hacía varias bicicletas a Cristian y lanzaba con el interior y efecto un disparo que terminaba entrando en la portería de Limia tras dar en el palo. Al descanso, 2-0. Tan increíble como cierto.
Una vez más, había que arriesgar. Como en Ferrol, como la pasada jornada contra la Real Sociedad. Raúl dejaba en la caseta a Bezares, daba entrada a Kosowski en la izquierda y plena libertad para Gustavo López. El equipo se volcaba y el partido se rompía por completo. El centro del campo no existía y estaba claro que si el Cádiz no marcaba pronto lo más probable es que el rival terminara apuntillándolo a la contra. Limia salvaba el 3-0 en el 56' a un remate de Perera. Lo mismo sucedía cuatro minutos más tarde, con idénticos protagonistas.
El Cádiz estaba demasiado roto y demasiado pronto. Los contragolpes eran de cinco o seis atacantes del Celta por sólo cuatro amarillos en muchas ocasiones, algo que sólo se puede entender en jugadas concretas. Faltó el sacrificio de más gente para no poner en bandeja la goleada a los célticos. Realmente, eran los locales los que creaban más peligro porque la apuesta de Raúl no daba resultado. Así, en el 62' llegó el 3-0, con un cabezazo de Perea absolutamente solo. Menos mal que Dani, que nunca se rinde, hacía de cabeza el 3-1 y daba algo de emoción. Pero sería un espejismo.
El último aviso amarillo para entrar en el partido lo dio Paz con una falta directa lanzada al larguero a los 67 minutos. La fortuna era esquiva una vez más y Quincy, diez minutos más tarde, ponía el 4-1. El resto fueron minutos de la basura, con la única buena noticia de ver a Manu Barreiro haciendo su primer gol, aunque fuera en una acción en la que la defensa y el portero celestes se quedaron parados creyendo que el árbitro había pitado algo. El penalti del 5-2 fue de chiste, pero no está la cosa como para cargar contra Teixeira Vitienes. Lo dicho, que quizá sea mejor evitar los catastrofismos y ser optimista aunque el equipo no dé motivos para ello.
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