Sobra chispa y falta puntería

Cádiz | tenerife · la crónica

Sin gol El Cádiz empata con el Tenerife en un partido en el que desperdicia las mejores ocasiones Error Juan Pablo derriba a Dani en el área, pero esta vez el árbitro no señala la pena máxima

Bangoura saca la lengua mientras salta de manera extraña en la disputa del balón.
Bangoura saca la lengua mientras salta de manera extraña en la disputa del balón.
Fernando Díaz / Cádiz

03 de febrero 2008 - 05:02

El Cádiz no termina de despertar con un resultado favorable en Carranza, en una cuesta de enero que se ha hecho demasiado larga y que en el caso de ayer se metió descaradamente en el mes de febrero, permitido en Carnaval. El equipo de Antonio Calderón fue como la chirigota del 'Yuyu' en el concurso de agrupaciones, de menos a más sin lograr acabar por encima de su rival. Pero cuando el Cádiz se fue entonando demostró que es una cuestión de meter la primera ocasión para que un partido se ponga de cara en todos los sentidos. Además, el debut de Natalio, Bangoura y Kosowski en Carranza -coincidieron los tres durante 22 minutos- puso la nota de color y el disfrute de una grada que ve en ellos la tabla de salvación de una temporada que no se endereza del todo.

Sin jugar bien, el Cádiz dio muestras en la primera parte de cosas distintas cuando atacaba, sobre todo si era Natalio el que intervenía en las acciones, lo que sucedió casi siempre. El jugador cedido por el Almería piensa igual de rápido que juega y brindó a Dani la ocasión de marcharse a casa como goleador el gran sábado de Carnaval. Una vez por un penalti no señalado y otra por la elección de la peor opción por parte del sevillano, el ariete provocó la división de opiniones del respetable.

Pero el equipo estuvo más cerca del gol en el primer asalto a pesar de jugar peor en la zona de creación, donde Manolo Martínez y Hormiga se comieron a los cadistas sin llegar a comprometer a Contreras salvo en lanzamientos lejanos.

De una forma u otra daba la sensación de que el primero en marcar iba a tener mucho que decir en el duelo. Pero no terminaba de carburar el conjunto cadista por culpa un poco de todo, destacando una ansiedad que reaparece justo cuando la zona baja está más cerca. Esa ansiedad se tradujo en jugadores seguros y eficaces como César Caneda, Cristian y Fleurquin, que en muchos momentos no supieron qué hacer con el balón. Lo de De Quintana, en el primer periodo, sigue siendo para profunda reflexión y hay que destacar el silencio de la grada cada vez que era protagonista de una jugada.

Natalio fue el mayor peligro y la gran sensación del Cádiz. Desde la posición de enganche con el delantero, el valenciano fue escurridizo, listo y pícaro para acercarse a los zagueros menos veloces con los que surtir a Dani de goles casi hechos. En el primer gran pase el árbitro dio la nota al no decretar penalti en el derribo de Juan Pablo al trianero. Cierto es que el ex bético tenía preparada la caída, pero no es menos verdad que el portero le enganchó la pierna cuando ya el balón le había superado.

Natalio se gustaba con el guiño hacia Calderón, sabedores ambos de que estaban poniendo en jaque el sistema defensivo de Oltra. Cuando el refuerzo invernal cadista entendía que buscar a Dani no era la mejor opción, trataba de sorprender a Juan Pablo con una parábola que Preferencia cantó como gol porque desde esa posición vio el esférico dentro.

El descanso dejó un ingrato sabor agridulce por culpa del colegiado, por la poca puntería de Dani y por los avisos de Hormiga, Manolo Martínez y Arruabarrena, que más por deméritos locales que por virtudes visitantes trataron de montar el taco con lo que hubiera sido un inmerecido gol del Tenerife.

El Cádiz prosiguió con su línea ascendente en el segundo tiempo. El mayor empuje para lograr el triunfo partió desde el centro del campo. Fleurquin actuó como verdadero destructor, Enrique despertó desbordando desde el ala derecho y, en líneas generales, el juego ofensivo fue mucho mejor empezando por Contreras. Hasta De Quintana se entonó y su trabajo resultó finalmente más que aceptable.

Calderón había conseguido que su equipo superara la crisis psicológica del primer periodo, que creyera en lo que hacía y cómo se hacía. Su antídoto brindó un Cádiz más valiente que se adueñó de la medular y que obligó al Tenerife a resguardarse más cerca de Juan Pablo y apostar sin complejos por el contragolpe.

Los locales estaban en el camino de salir airosos del choque, más aún cuando les llegó el calor de un público explosivo tras ver en apenas cinco minutos que Kosowski y Bangoura se incorporaban al juego. Los nuevos ídolos fueron recibidos de manera exagerada, aunque ese empuje sirvió de aliento al resto del equipo. Es pronto para evaluar aportaciones de uno y otro, pero el polaco sorprende por ser un ambidiestro de lujo al sacar las faltas con la pierna izquierda y los saques de esquina con la derecha. Bangoura, por su parte, acertó más en la prolongación que en el remate, si bien, al igual que Kosowski, le falta físico y ritmo.

Desde el ecuador de la segunda parte el equipo de Calderón asumió plenamente el control y se plantó con enorme peligro en el área insular. Lo hizo el mejor Enrique en dos acciones personales con lanzamientos muy intencionados que merecieron acabar dentro, sabedor de que ahora sí peligra su titularidad. Natalio se quedó más cerca al cabecear al poste otro servicio del extremeño. Y de nuevo Enrique mandó al lateral de la red una buena prolongación de Bangoura.

Para prolongación, la del árbitro, que regaló cinco minutos que bien pudieron ser sólo tres, como los puntos que el Cádiz debió sumar y no lo hizo.

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