Otro paso atrás de un Cádiz sin ideas

Cádiz | castellón · la crónica

Descendente El equipo amarillo firma un inicio prometedor que se viene abajo tras su gol Negativo Los locales ofrecen su peor cara después de sufrir el Castellón la expulsión de Aurelio

Fernando Díaz / Cádiz

03 de marzo 2008 - 05:02

Al Cádiz se le escapa una buena ocasión para mantener vivo el sueño del ascenso. Otro empate en Carranza, y ya van cuatro, que no sirve para nada si el baremo es pensar en la tercera posición. Antes del partido de ayer el equipo amarillo estaba a ocho puntos del ascenso, pero desde hoy la cifra ha ascendido a diez. Faltan 15 jornadas, 45 puntos en juego, pero con diez derrotas y ocho empates, y el mismo número de goles a favor y en contra, mirar con demasiado entusiasmo a la zona noble empieza a ser una pérdida de tiempo. Por una causa u otra, por errores propios o ajenos -ayer, poco o nada que achacar al árbitro- o por el atasco mental del que hizo gala ayer el equipo, la Liga continúa con su firme avance y la clasificación está cada vez más cerca de dictar sentencia sobre lo que le va a quedar al Cádiz: competir en tierra de nadie.

No hay excusas válidas, como apuntar a la dificultad de un partido comprometido desde el inicio cuando el conjunto cadista se adelantó en el minuto 12. Tampoco vale ensalzar la figura del cerebro del Castellón, Mario Rosas, porque desde antes de comenzar la Liga se sabe de las condiciones de un futbolista que tiene pasado cadista. Y menos aún quejarse del árbitro, que en esta ocasión acertó al dejar en inferioridad a los de La Plana. Con uno más, el Cádiz aumentó su caída en picado en cuanto a mal juego por culpa de una preocupante falta de recursos ofensivos.

Gustavo López abrió la cuenta con un gol que necesitaba, sobre todo en Carranza. Para grabar, como lo mejor de los locales en todo el choque, la combinación de Natalio con Kosowski antes del centro del polaco que enchufó el ex jugador del Celta provocando ese sonido celestial que responde a un golpeo de balón perfecto.

Todo estaba en su sitio... y hasta el marcador de cara. No ha sido fácil vivir esta temporada un encuentro ante un rival complicado en el que se toma ventaja antes del primer cuarto de hora. Pero ayer todo eso resultó insuficiente por culpa sólo y exclusivamente del Cádiz. Los jugadores -hay aspectos que a un entrenador se le escapan de las manos- optaron por las peores opciones con el balón en los pies, los movimientos tampoco fueron los adecuados, y en la medular dos jugadores de corte tan distinto como Bezares y Parri llegaron a estorbarse.

La pérdida del control en la medular y la pésima entrega desde la defensa fueron el punto de inflexión para que el Castellón sintiera que tenía mucho que decir en la capital gaditana. La imagen del partido empezó a variar y los aplausos iniciales se tornaron en murmullos; las dudas ya estaban en la grada. El profundo sueño en el que entró el Cádiz tras el tanto de Gustavo López tuvo un amago de acabar a las puertas del descanso, cuando otra vez con el argentino como protagonista Natalio triunfó en velocidad pero llegó demasiado forzado para un lanzamiento que ni siquiera tocó en el lateral de la red de la portería del equipo blanquinegro.

La segunda parte comenzó con sorpresa por la presencia de Enrique en el terreno de juego, supliendo a Kosowski que abandonó el campo en el primer periodo tocándose la parte posterior del muslo. A priori se trató de una variante hombre por hombre, con sus diferencias pero con el mismo talante ofensivo.

Lo peor fue que el Cádiz definitivamente no carburaba, a lo que hay que añadir que compareció sobre el campo tras el descanso con cierto despiste. El equipo de Pepe Murcia, más entero, aprovechó su primera incursión para que entre Mario Rosas y Oberman superaran a Contreras con una bonita vaselina. Fue curioso que la grada casi aplaudió el gol sin darse cuenta porque festejaba un tanto de la Real Sociedad al Xerez, que reflejó el vídeo marcador. 'Quien le desea mal al vecino el suyo viene en camino', que se puede decir.

El atasco del Cádiz tomó forma por completo cuando se vio en superioridad numérica; no entendió ni supo jugarle a un rival que se había encerrado dando por bueno el punto. Al menos el canterano Fran Cortés puso esa chispa tan añorada procedente de la casa tratando de echarse a la espalda el peso de los demás.

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