'La caída de Murillo del andamio' se expone por primera vez en el Museo
patrimonio histórico Restauración de una pieza de los fondos de la pinacoteca provincial
La pieza recuperada por la Asociación Amigos del Museo luce junto al políptico en el que el genial artista trabajaba cuando sufrió el accidente · Todavía se desconoce si la fatal escena tuvo lugar en Cádiz
Poco antes de morir, Murillo quiso recoger en su testamento que dejaba sin terminar una obra en la iglesia de Santa Catalina de los capuchinos de Cádiz. Su última gran obra de arte. La misma que el maestro pintó a finales de 1681 para esta ciudad y que hoy se exhibe, tan majestuosa como inacabada, en el fondo de la sala Murillo del Museo Provincial de Cádiz, atrapando las miradas de cuantos ponen un pie en el diáfano espacio.
Mientras daba forma a este políptico que sobre los desposorios místicos de Santa Catalina lució originalmente en el retablo mayor del convento gaditano, sufrió un accidente que pareció acelerar su muerte en abril de 1682. Una historia que ahora encuentra respuestas en la nueva pintura que sobre aquel fatídico acontecimiento puede verse por primera vez a su izquierda: La caída de Murillo del andamio, de Manuel Cabral Aguado Bejarano (Sevilla 1827-1891).
El deteriorado lienzo permanecía guardado en los almacenes de la pinacoteca hasta que la Asociación Amigos del Museo (AAM) decidió devolverle todo su esplendor de forma altruista. Su presidente, Pedro Fernández Enríquez, acudió ayer a la presentación de la obra para dar cuenta del bello gesto de mecenazgo, en un acto que fue encabezado por la delegada provincial de Cultura, Yolanda Peinado, a su vez acompañada por el director del Museo, Juan Alonso de la Sierra y los restauradores de la obra, Pilar Morillo y Álvaro Domínguez.
Y es que la leyenda que envuelve la singular pintura bien merece su exhibición pública. En ella se refleja a un desvanecido Bartolomé Esteban Murillo, rodeado por los capuchinos, un niño y un criado o ayudante, en el momento en que acuden apresurados a ayudarlo en las dependencias conventuales de los capuchinos. Su autor, Manuel Cabral, ganó el premio del concurso convocado por la Academia de Bellas Artes de Cádiz en 1862 para retomar aquella escena que bien merecía perpetuarse en los anales de la historia. Por aquel entonces este artista, poco dado a obras de corte histórico como la que hoy se presenta ante Cádiz, lo ubicó en el convento gaditano, pero hoy se piensa que tal suceso tuvo lugar en su estudio sevillano.
De ahí la peculiaridad de un obra "muy significativa para la memoria de Cádiz y que viene a contar a todo el mundo lo que ocurrió", asevera el director del Museo, Juan Alonso de la Sierra. "La lógica hace pensar que fue en su estudio, pero sí es cierto que cuando hace el testamento dice que deja por concluir una obra en Santa Catalina y otras cuatro para los capuchinos", añadió.
Para el Cádiz decimonónico la presencia de los últimos trabajos realizados por Murillo en Cádiz fue siempre motivo de orgullo, y el convento capuchino gozó de gran prestigio como referente cultural hasta su lamentable destrucción durante la segunda mitad del XX -cuando buena parte de sus bienes pasaron al Museo-. Así lo explica el historiador Lorenzo Alonso de la Sierra en el díptico mimosamente editado por la AAM sobre la pieza restaurada.
En este mismo documento se recoge que fue Antonio Palomino quien en su Museo pictórico... relató cómo resbalaba el maestro mientras subía al andamio que "había dispuesto para pintar el gran lienzo central del conjunto gaditano".
En Cádiz o en Sevilla, la escena se entrega hoy a su público desde el Museo de Cádiz, que hoy celebra el Día Internacional de los Museos con esta nueva pieza que viene a engrosar "el patrimonio custodiado por el Museo y cuya restauración viene a abrir un camino -el del mecenazgo- que puede tener continuidad. Cualquier ayuda siempre es bienvenida", apostilló Alonso de la Sierra.
En este sentido el presidente de AAM señaló que la cultura puede vivirse de "forma íntima" o desde "las grandes políticas de estado". "Y nosotros estamos en el camino intermedio, en ese en el que se puede actuar sin esperar a que vengan a hacerlo por nosotros. Somos el eslabón de esta cadena. Es el momento del optimismo".
Una iniciativa gratamente acogida por la delegación provincial de Cultura. "Para esta delegada fue una sorpresa recibir esta propuesta", dijo Yolanda Peinado, antes de desgranar los actos programados en el Museo de Cádiz, con motivo de su gran día.
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