¿Por qué las recatadas princesas han de casarse con príncipes rescatadores?
NubeOcho y Egales ponen en marcha la línea Egalité, con cuentos que trabajan sobre la diversidad y la igualdad sexual 'El lapicero mágico' y 'La princesa Li' son sus primeros títulos
¿Por qué el único destino es el de ser recatada princesa? ¿Por qué la máxima realización es despertar en brazos de un príncipe rescatador? ¿Por qué seguimos manejando, en los cuentos infantiles, un sólo modelo de familia, de escenario, de conducta, cuando los referentes sociales van cambiando a pasos agigantados?
Todo esto se preguntó el editor y escritor Luis Amavisca, de Ediciones NubeOcho, antes de iniciar junto a la editorial Egales una línea de cuentos que diera espacio a los conceptos de igualdad y diversidad sexual. Las historias de la colección Egalité -que por ahora cuenta con dos títulos, El lapicero mágico y La princesa Li- pretenden buscar y desarrollar modelos y referentes alternativos a los que aparecen en los cuentos tradicionales: unas narraciones que, más allá de toda su enjundiosa simbología, transmitían los valores y espacios de un mundo que poco tiene que ver ya con el actual. "Pretendemos ofrecer, en definitiva, los cuentos que nosotros no tuvimos", comenta Amavisca.
"Nos decidimos a trabajar en este tipo de historias cuando vimos que, a nivel social, en la literatura infantil de todo tipo, no se incluyen modelos de diversidad sexual -explica Luis Amavisca-. Se presenta como un tabú, algo a esconder, cuando es algo que existe. Nosotros no queremos que se den más casos como el del niño que llevaba pantalones rosas y se ha suicidado porque lo acosaban y le llamaban mariquita. Hemos de eliminar esa percepción y, para ello, hay que proporcionar referentes tanto a los niños de familias homoparentales como a los de familias heterosexuales, para que vean que no hay diferencia, que hay que respetar a los demás".
Es curioso observar cómo, en lo que se refiere al marco de los cuentos infantiles, se ha seguido trabajando durante mucho tiempo en torno a roles establecidos hace siglos: "¿Por qué seguir perpetuando unos cánones que tienen relación con expresiones de control y poder, sin preguntarnos de dónde vienen? -comenta al respecto Amavisca-. Hay que intentar cambiarlos, pueden estar bien pero siempre en un equilibrio histórico: no podemos seguir proporcionando de continuo esos malos referentes para los niños".
"Disney dibujó a su primera princesa negra hace unos pocos años, y probablemente por el tema de Obama -continúa-. ¿Cuánto habrá que esperar para que saquen una princesa lesbiana, por ejemplo? Se trabaja con una doble moral horrorosa: del imaginario de los niños se ocultan ciertos temas, cuando ellos aún no tienen el etiquetaje moral de los adultos. Yo tengo sobrinos libaneses, que es un país en el que la homosexualidad está prohibida, y entienden perfectamente que pueda existir el amor entre dos hombres. Para los niños no hay tabú, no hay problema".
¿Qué les diría a aquellos que piensan que no es para tanto, que un puñado de cuentos tradicionales no puede influenciar tan exageradamente a unos críos? "Pues les diría que son historias concebidas en una época en la que predominaban los valores tradicionales y ni siquiera existía la consideración de la mujer como un ente individual, y que son historias que transmiten un racismo inherente, con mofa o falta de representación hacia la diferencia -señala-. Les diría que se plantearan sus cánones morales, en definitiva, porque probablemente haya algo que no va del todo bien".
Con o sin dragones, con o sin elementos mágicos, para Luis Amavisca los cuentos infantiles deberían "reflejar vivencias como divorcios, adopciones, discapacidades o parejas homoparentales, que son cada vez más frecuentes, frente a un escenario único, un único modelo, que obedece a cánones en gran parte desfasados".
En sus dos primeros títulos, Egalité propone sendas invitaciones a la reflexión sobre la tolerancia sexual. En El lapicero mágico -ilustrado por Alicia Gómez Camus- la protagonista tiene dos papás y sus amigos, dos mamás. En La princesa Li -con ilustraciones de Elena Rendeiro- se nos muestra a una princesa oriental que ha de someterse a un matrimonio impuesto. Un enlace que va contra sus deseos porque sus deseos están, precisamente, junto a su enamorada: una chica occidental. En el próximo título de la colección, Nos trajo el mar, Luis Amavisca tejerá una historia en la que -además de la cuestión de la condición sexual- se van a incluir temas como la emigración o la adopción.
"Es cierto que trabajamos a partir de unos códigos morales que resultan muy difíciles de cambiar, y en España aún hay que mejorar muchas cosas -reflexiona el autor-. Igual que se inventó el odio a la homosexualidad, también se inventó el concepto de virginidad para representar la pureza, que es otra forma muy fuerte de opresión. Y todos los 'actos impuros', todo lo que se entendía como desvío de la norma, conducía a un exilio social. Pero al menos empezamos a ser conscientes de ello... lo sorprendente es cómo hemos podido seguir fustigándonos socialmente tanto tiempo".
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