¡Qué pedazo de ruta, tito!
La Ruta Quiñones da un salto cuantitativo de público en su tercera edición, que se celebró ayer en la ciudad. Jesús Quintero, Javier Ruibal y Benítez Reyes, entre los presentes
Si La canción del pirata hubiera sido obra de otro autor, si hubiera caído en las manos de Fernando Quiñones, si hubiera sido escrutada por sus ojos ávidos de literatura, si hubiera sido paladeada por su boca con hambre de excelencia, el escritor hubiera exclamado: "¡Qué pedazo de novela, tito!". Sin más, con toda su sencillez, con toda naturalidad. Así lo cree la periodista Ana Rodríguez Tenorio, que bien conoció al inigualable gaditano, y así lo comparte con amigos y admiradores de la obra del autor en las escaleras del Museo de Cádiz durante una mañana brillante, una mañana en la que el astro butano no se resiste a asomarse a la III edición de la Ruta Quiñones. ¡Qué pedazo de ruta, tito!
La canción del pirata suena en la plaza de Mina desde los labios de la que fue una de sus compañeras en Diario de Cádiz. Un fragmento. Sólo un fragmento nos vale para viajar en el tiempo hasta las calles de Cádiz de finales del XVII de la mano de Juan Cantueso y de su último recorrido por la ciudad antes de embarcarse. Treinta años han pasado desde que la novela de Fernando Quiñones conquistara el puesto finalista del Premio Planeta. Quince años han pasado de su fallecimiento. Sin embargo, viven. Vive la obra y vive Fernando.
Vive en las intervenciones de la ruta ideada por Blanca Flores y que este año conduce junto a los Pimpis de Cai, que le imprimen bastante ritmo. Vive en las conversaciones privadas que mantienen los asistentes a la ruta mientras pasean por la ciudad en busca de la siguiente parada, de la siguiente sorpresa. Vive en los que lo conocieron y en los que no. En los que lo amaron y en los que comienzan a amarlo. Vive en los viejos amigos y en los nuevos (qué hermosa, qué única, la capacidad de hacer amigos después de la muerte). Vive en todos y a través de todos.
¿Cuántos son? Es difícil saberlo. Algunos llegan, otros se van, aquellos que vuelven porque fueron a tomar un café... Sirva de referencia que tanto el salón de actos de la Biblioteca Provincial, el café teatro Pay Pay y la peña Juanito Villar, donde culminó la ruta, se quedaron pequeños. Sin duda, la iniciativa ha levantado este año mucha más expectación que en sus dos ediciones anteriores.
El día acompaña, sí, pero también acompaña para ir a la playa. Sin embargo son cientos los que prefieren rendir homenaje al maestro. Ya desde las diez de la mañana en el Barrio de Santa María el grupo luce bien nutrido. Luis García Gil y Rosario Troncoso son los primeros en dar los buenos días. El programa comienza según lo previsto, con el paso de las horas se modificará para comodidad de los presentes y, afortunadamente, para dar sitio a la sorpresa.
El equipo de la película Las alegrías de Cádiz, la cinta con la que Gonzalo García-Pelayo volverá al cine tras 30 años, también se interesa por esta iniciativa ciudadana y ruedan algunas escenas. El periodista Jesús Quintero se une pronto a la marea quiñonesca, más tarde aparecerán el escritor Felipe Benítez Reyes y el cantautor Javier Ruibal, que no puede resistir la tentación y pide educadamente "una oportunidad" antes de interpretar uno de sus temas en la Alameda Apodaca, protagonizando una de esas estampas bellas, mágicas, que cada abril nos regala la Ruta Quiñones.
Horas antes, habla La Legionaria en el Pay Pay y vuelan las anécdotas desde el escenario del mítico café teatro desde los recuerdos de Carmen Moreno, Antonio Serrano Cueto, Pepe Pettenghi, Pepa Parra y José Manuel Benítez Ariza. Poemas y anécdotas. O lo que es lo mismo, literatura y vida.
Palabra de mujer en la Biblioteca. Más historietas, más poemas. Tere Torres, Lalia González-Santiago, Yolanda Vallejo, Amalia Quirós... Tanto aprendemos, tanto nos reímos. Que alguien recoja el testigo de Quiñones, que alguien clame como clamaba él por esta ciudad cuya decadencia "ha pasado de ser dulce a ser dramática", critica Lalia. También denuncia Mariela Quiñones la situación en la que se encuentra la fundación que lleva el nombre de su padre en Chiclana. "Si no la quieren, para Cádiz que es su sitio, él lo hubiera querido", anuncia dolida.
Luto ante el fallecido drago, poemas musicados, Inma Márquez con su voz de agua, Fernández Palacios resucitando el prólogo de Quiñones para el libro del grupo Marejada, honores y mojarras para su figura en La Caleta... ¡Qué pedazo de ruta, tito! Por tu vida eterna. En la tierra y en la mar.
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