Wicked | Crítica
Antes de que Dorothy llegara a Oz: la historia de Bruja Mala
Rosa Ribas. Escritora
Probablemente, cuando salió de visitar en el hospital a una amiga enferma, Rosa Ribas (El Prat de Llobregat, 1963) no tenía idea de hacia dónde terminaría evolucionando esa heroína con pijama a cuadros que acababan de inventar. "No hay heroínas de más treinta años", comentaron ambas. Con esa premisa, y toda la fuerza que supone atravesar por un mal como el cáncer, Ribas comenzó a dar forma a la idea que había empezado como un divertimento. La suya sería una heroína de cómic clásico, enfundada en un uniforme kitsch y dotada (accidentalmente, como Spiderman) de peculiares superpoderes. Unos superpoderes surgidos de la fatalidad -y de un extraño accidente con la máquina de radioterapia- y de las propias aptitudes que, comenta Ribas, "terminamos desarrollando al llegar a cierta edad".
Su protagonista, Miss Fifty, comenzó sus aventuras en formato digital, como una historia por entregas en la desaparecida web sigueleyendo.es. En su paso a papel, la autora quería que "siguiera conservando ese tono de novela por entregas, con los finales con un poco de juego -explica desde Alemania Rosa Ribas-. La principal diferencia ha sido formal, a nivel de estilo: cuando escribes para web, escribes rápido, muchas veces hay incongruencias, cosas que te quedas con las ganas de desarrollar, redundancias..."
"También tenía claro que el proyecto tenía que tener ilustraciones, al menos una en cada capítulo -continúa Ribas-. En la editorial quisieron que los dibujos tuvieran un aire más de cómic, algo que terminó siendo un acierto, gracias a María Espejo. Mandó un par de ilustraciones y pensé: 'Es ella, esto es lo que quiero'. María ha captado bien tanto el tono fantástico de las aventuras como el tono dramático de la historia de la que se parte, documentándose en cada pequeño detalle. Ha realizado un trabajo tremendamente metódico. Excepto la última ilustración, todas las demás ha sido ella la que las ha escogido, basándose en el momento que más le inspirara".
Ribas coloca a su protagonista, convalenciente de un cáncer de pecho, en la piel de un superhéroe al uso, pivote central de una serie de aventuras disparatadas, llenas de humor. Además de su evidente aliento solidario, Miss Fifty podría bien catalogarse como uno de esos títulos que encajan lo mismo entre público joven que entre lectores adultos.
Las habilidades de Miss Fifty nacen de la cotidianidad. "Eso que dicen de que las mujeres son invisibles a partir de los cuarenta -explica Rosa Ribas-. Cuando Marta descubre su invisibilidad, lo más que llega a decirse es: Ah, bueno, esto sé de qué va. Lo controlo".
"Tiene un oído extraordinario, que optimiza su capacidad de observación, que es lo que adquieres en la vida, y que en el fondo tenemos un poco todas, sólo que ella más... -prosigue-. Vuela, pero en distancias cortas. Y, sobre todo, su principal arma es el humor, que es la mejor forma en que te puedes tomar las cosas. Y es lo que le falta a su archienemiga, una amargada, y con lo que la gana".
El acercamiento al tema del cáncer es tan inusual que, aunque realizado "con mucho cariño y mimo", Ribas tenía cierto miedo por "cómo iba a resultar el tratar, desde este formato y bajo el prisma del humor, una cuestión tan seria", que parece llamar siempre a lo transcendente. "Pero -indica- me animó una médico que me dijo que, por una vez, estaba bien que el cáncer se tratara desde una perspectiva no deprimente o aterrorizadora. Que había veces en que los ejemplos bienintencionados, como las fotografías de las mujeres que se han operado de cáncer de mama, lo que hacían era machacar la autoestima de las enfermas. Que algo así, más ligero, tan distinto a la realidad pero que sirviera en el fondo para insuflarles ánimo, era una opción estupenda. Y luego tengo amigas enfermas que me lo han ido pidiendo... con lo que me dije: creo que estás haciendo algo bien".
"Puedo decir que no sé si todo lo que escrito ha servido para algo -comenta la escritora, creadora de la serie protagonizada por la detective Cornelia Weber-Tejedor y coautora de títulos como Don de lenguas o El gran frío-. Pero este libro, desde luego, sí que lo ha hecho. Es el más relevante de los que he podido escribir".
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