Elías Ahuja, el buen samaritano
investigación La editorial Círculo Rojo publica la biografía del benefactor gaditano
Manuel Martínez publica la biografía del filántropo gaditano, Hijo Adoptivo de El Puerto desde 1928 y uno de los personajes más desconocidos de la historia contemporánea de la provincia
Después de varios años de investigación en archivos españoles, chilenos y de Estados Unidos, el investigador portuense Manuel Martínez Cordero publica la biografía de Elías Ahuja y Andría, uno de los personajes de la historia contemporánea de Cádiz más interesantes y hasta ahora desconocidos. Publicado por la editorial Círculo Rojo, el libro cuenta con un prólogo a cargo del sacerdote jesuita Jorge Loring.
Elías Ahuja nació el 8 de enero de 1863 en Cádiz, en el seno de una familia numerosa y acomodada en el número 38 de la calle San Francisco. Su padre decidió enviarlo a Estados Unidos en 1880 para ampliar sus estudios, en una época en la que la empresa familiar (Bodegas Sancho-Ahuja) pasaba por dificultades. Con tan solo 17 años viaja a Estados Unidos y se instala en casa de José Margati, agente comercial y socio de la empresa familiar.
Tras finalizar su etapa como estudiante, tuvo una intensa y variada actividad en el campo de los negocios. Vivió en Boston hasta 1893 y durante esos años trabajó como representante de varias empresas americanas y chilenas con intereses en Sudamérica.
En 1903 se traslada a Nueva York y conoce al poderoso empresario Pierre S. du Pont, cuya multinacional tenía un negocio considerable en Chile destinado a la exportación de nitratos a los Estados Unidos. Pierre S. du Pont quedó impresionado por los contactos de Elías Ahuja y su don empresarial y poco después lo contrató como representante apoderado para los negocios de la DuPont Nitrate Company en Chile.
Su relación con Pierre S. du Pont fue más allá de lo estrictamente laboral y fueron grandes amigos. Ahuja tuvo ocasión de invertir en acciones de grandes empresas americanas antes de la crisis de 1929, obteniendo grandes beneficios en bolsa. Estas inversiones, asesoradas en muchas ocasiones por el propio Pierre S. du Pont, y la reinversión de la práctica totalidad de sus ingresos, lo convirtieron más tarde en un hombre muy rico.
A finales de 1922 realiza un viaje a España y se encuentra una provincia de Cádiz con una situación económica muy precaria en la que abundan los pobres y la gente necesitada. El sector vitivinícola del que dependían económicamente muchas familias se vio afectado por un fuerte temporal de lluvias que arrasó las tierras de cultivo, provocando una fuerte subida de precios en los artículos de primera necesidad, que ahora no estaban al alcance de una gran parte de la población con menos recursos. Así, decide quedarse un tiempo en Cádiz instalándose en El Puerto de Santa María, para intentar mejorar la situación de los más necesitados. En ese momento ya tenía 60 años y toda su obra benéfica la canalizaba a través de la 'Beneficiencia Particular Elías Ahuja', una institución sin ánimo de lucro creada por él en 1923, un año después de su retorno, y a la que aportaba parte de los intereses que en Estados Unidos le generaba la inmensa fortuna que había conseguido con su trabajo y buenas inversiones en bolsa.
Esta 'Beneficiencia Particular' permaneció activa incluso hasta después de su muerte y fue gestionada por su secretario Manuel Durio y Muñoz de Bustillo hasta el 31 de diciembre de 1979, y financiada en sus últimos años por otra institución creada por él en Estados Unidos, la Fundación Good Samaritan en Wilmington, Delaware. Realizó innumerables obras caritativas, lo que le hizo merecedor del cariño y el respeto de todo el mundo y de la condecoración con numerosas medallas y premios, entre ellos, la entrega de un corazón de oro por suscripción popular en El Puerto de Santa María en 1928. También realizó junto a la Cruz Roja Española, de la que era miembro, innumerables obras caritativas, entre otras, la manutención de comedores para viudas y huérfanos, clínicas médicas, mejoras en las instalaciones de la Prisión Central de El Puerto, reparto de ropa entre los pobres de la ciudad, etc.
La Corporación Municipal de El Puerto de Santa María aprobó por unanimidad, el 2 de abril de 1928 su nombramiento como Hijo Adoptivo. La gente le llamaba 'El Padre de los Pobres' por su espíritu caritativo. Sus actos benéficos le costaban más de dos millones de pesetas al año y prácticamente cada mes, recibía algún nombramiento. Organizó y sostuvo varios años un Batallón Infantil en El Puerto, formado por hijos de obreros. La cocina benéfica creada por él, daba de comer a miles de personas y además se entregaban bolsas con alimentos a los más desfavorecidos.
Pero de todas las personas necesitadas, los presos del Penal de El Puerto eran una prioridad para este filántropo, quizás porque la auténtica pena de los presos no era la falta de libertad sino la soledad, unida a una pobreza extrema y a unas condiciones de vida muy precarias, en condiciones inhumanas, que él intentó paliar con las obras caritativas realizadas en el penal.
Como explica el autor del libro, Manuel Martínez, "pese a que Elías Ahuja solo tenía como objetivo ayudar a los más pobres, quizás por la envidia o el deseo de arrebatarle su inmensa fortuna, se fue creando enemigos. Es cierto que sus buenas obras las hacía al margen de las instituciones habituales, y quizás algunos vieron en su caridad una forma de influir de alguna forma en las clases menos favorecidas. Solo para una mente mezquina, estos falsos argumentos podían empañar su bondad y su generosidad", dice.
Realizó numerosas donaciones a los huérfanos de la Guardia Civil, por lo que mantenía una estrecha amistad con algunos mandos en Cádiz. El 8 de diciembre de 1935 Elías Ahuja apadrina junto a la esposa del Gobernador Civil, Doña Carmen Oliver Cobeña, la entrega de una bandera a la Guardia durante la República.
La Guerra Civil daría al traste también con su noble tarea filantrópica. En Cádiz, y en todo el país, se habían desatado las pasiones políticas. Elías Ahuja se sentía perseguido, amenazado. Incluso solicitó más tarde a sus amigos que sus cartas no atrajeran mucho la atención, que no incluyeran ningún nombre y que fueran selladas con pegamento para evitar sabotajes en la abundante correspondencia que recibía cada día. Gracias a su amistad con algunos mandos de la Guardia Civil y al parecer con el General Varela, uno de los líderes del Movimiento Nacional, pudo disponer de guardias civiles de turno delante de su casa en varias ocasiones.
Por otro lado, pese a manifestar públicamente que nunca perteneció a la masonería, se vio sometido a la persecución de los tribunales franquistas y se inició un procedimiento judicial en el que se le acusaba de masón.
Aunque de las primeras pesquisas se dedujo que no constaba su militancia en ninguna logia masónica, los responsables de los servicios documentales de la dictadura basaron sus acusaciones para imputarle y procesarle en varias cartas obtenidas mediante un registro en su domicilio mientras él estaba ausente de viaje, y en las que Elías Ahuja mostraba una cercanía intelectual, respeto y admiración hacia la institución masónica. Gracias a la insistencia de sus amigos americanos y a su olfato de supervivencia, Elías abandonó Cádiz sigilosamente a través de Gibraltar el 31 de mayo de 1937 para, oficialmente, "atender asuntos personales" relacionados con sus negocios. Probablemente, esos días fue informado de lo peligroso de su situación por algún alto mando de la Guardia Civil, institución a la que tanto había favorecido, decidiendo regresar a los Estados Unidos para evitar ser detenido y fusilado. Desde Nueva York, Elías seguía con inquietud las noticias que llegaban desde España, especialmente las que tenían que ver con el proceso judicial abierto contra él en el que se le acusaba de pertenencia a la masonería.
Finalmente Elías Ahuja fue acusado de pertenencia a la masonería y se inició un procedimiento judicial contra él, del que sería absuelto años más tarde.
Elías Ahuja murió por causas naturales en Nueva York el 20 de julio de 1951,a los 88 años de edad. Pese a dedicar su vida a los demás, murió en la soledad de su apartamento del lujoso Hotel Carlton en la Avenida Madison, legando una fortuna de más de 16 millones de dólares a la Fundación creada por él en 1937 en Estados Unidos. En sus últimas voluntades estableció ser enterrado en un cementerio católico, sin ningún ceremonial especial. Su tumba ha sido localizada por el autor en un modesto cementerio a las afueras de Nueva York, donde reposan los restos de este gran ilustre y desconocido gaditano.
En El Puerto de Santa María, más allá la existencia de una plaza con su nombre junto a la Plaza de Toros, no existe reconocimiento alguno a su figura.
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