Javier / Anso /

De naranja

de dos en dos

LOS jóvenes son siempre noticia porque, entre otras cosas, decir "joven" es decir "futuro"; es pensar en "esperanza".

Estas últimas semanas varios tipos de jóvenes han sido noticia. Hemos visto a algunos de ellos en Inglaterra, destruyendo y saqueando. Y en Lloret de Mar o en otras playas donde, víctimas del alcohol, perdían el control de sí mismos y, a veces, hasta la vida.

Estos jóvenes, el peor rostro que el futuro nos puede ofrecer, son, no lo olvidemos, hijos de nuestra sociedad. No proceden del vacío, ni vienen de otro planeta. Son fruto de cómo son sus familias; de la educación que han recibido o que han dejado de recibir; de una sociedad de consumo que les llena los ojos y el apetito de toda clase de bienes al tiempo que no les ofrece un modo honesto de conseguirlos. Son jóvenes en años, pero nada más. No parecen creer en ellos mismos ni en sus posibilidades porque la sociedad es, para ellos, una serie interminable de callejones sin otra salida que la droga o el reventar el escaparate de una tienda, pillar lo que sea, y salir corriendo. Esos jóvenes son culpables y son víctimas a la vez. No deberíamos olvidarlo. Para intentar poner remedio.

Pero hay también otro tipo de jóvenes. Algunos de ellos, procedentes de Guatemala, Panamá, Rusia, Canadá, etc., han visitado Cádiz recientemente, llenando nuestra ciudad del color naranja de sus mochilas y de la luminosidad de sus sonrisas. Jóvenes que, tras mucho esfuerzo y sacrificio, han recorrido miles de kilómetros para, junto con otros jóvenes y adultos, encontrarse con Jesús. Esos peregrinos no solo han aportado un hermoso color a nuestras calles: han aportado también esperanza porque mientras haya personas dispuestas a ponerse en marcha en pos de lo que creen, habrá futuro. Gracias a nuestro Obispo, don Antonio, a Andrés, a José Manuel, a Rosa y Antonio y a todos los voluntarios que habéis hecho posible este hermoso e inesperado regalo al verano gaditano. ¡Gracias, porque la esperanza es siempre bienvenida!

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