La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
DE POCO UN TODO
CONTRA todo pronóstico, la campaña electoral se pone interesante. Incluso le favorece, paradójicamente, que el resultado esté cantado. Nos permitirá fijarnos mejor en los detalles. Que los va a haber.
Para los que nos repugna el uso partidista de ETA, se abre un momento especial. El entusiasmo del sabio pueblo soberano con esta culminación -la llaman- de este proceso de paz -dicen- ha sido irrisorio. Ya se notó en el momento del anuncio, cuando en los periódicos ninguna noticia relacionada alcanzaba el puesto de honor de la más leída ni de lejos. Luego, las encuestas han certificado la frialdad y la desconfianza de los españoles. Quien quiera utilizarlo de ariete electoral lo lleva, afortunadamente, crudo.
Y eso sin contar con tres hechos. Primero, con las víctimas, muy descontentas y que irán poco a poco dejándose notar más y más. Después, con la impaciencia y la histeria nacionalista: han empezado ya a exigir impúdicamente contraprestaciones al Estado de derecho. A cada rato, quedará más claro que la llamada, oh, victoria democrática no era tal. Y en tercer lugar, ¿ha medido tan bien los tiempos como presume Rubalcaba? Algo tan tremendo como el 11-M tuvo un impacto brutal en las elecciones porque ocurrió sólo tres días antes. La acelerada sociedad mediática convierte cualquier suceso de hace más de una semana en brumosa prehistoria. Serán dignos de verse los esfuerzos y los escorzos lacrimógenos de socialistas y afines por mantener la cuestión en el candelero.
La situación de Rajoy tampoco es simple: tiene que mantener un equilibrio acrobático entre su realidad como candidato de la oposición y su futuro como presidente de un país en crisis. En las últimas semanas va cayendo hacia el perfil presidencial, lo que podría enfriar a sus afiliados, confiar a sus votantes y forzarle a moderar sus promesas, a refrenar la retórica y a soltar prenda de su programa. Sus equilibrismos serán impactantes.
UPyD es la excepción. Sus resultados electorales sí son una incógnita, quizá la única del 20-N. Su sueño de convertirse en tercera fuerza política es o ahora o nunca. Que casi todo esté tan decidido favorece el voto ideológico, de principios, que es el suyo. La debacle socialista puede no ser para tanto, la izquierda puede escorarse hacia IU, y en ambos casos, todo seguirá igual en la izquierda; o puede dar paso al aire nuevo, mucho más siglo XXI, ilustrado, de Rosa Díez. Yo pensaba pasarme el otoño escribiendo artículos sobre las castañas, las lluvias, las alcachofas y el dichoso halloween, pero parece que habrá que atender a esta campaña, inesperadamente viva y coleando.
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