Rafael / Sánchez Saus

A pesar de todo, viva la Pepa

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15 de marzo 2012 - 01:00

SE acerca el 19 de marzo, el gran día del Bicentenario, y ya sólo nos falta que en cualquier momento se abra la falla de San Andrés o que Isabel Pantoja sufra un esguince para que el cumpleaños de nuestra pobre Pepa sea mediáticamente arrumbado del todo y ella consolide durante otros cien años la fama de gafe que sus enemigos le atribuyeron. Por lo menos parece que el 19 no diluviará, como hiciera en 1812, y quizá la presencia del Rey nos gane el primer minuto de los telediarios, pero es preciso reconocer que ante la alineación de acontecimientos que se van ordenando en los cielos no hay Bicentenario en el mundo que pueda atraer la atención de las cámaras. Si ya fue un bajonazo lo de las elecciones andaluzas el 25, desplazando la atención de todos durante un mes clave hacia el enésimo duelo decisivo PSOE-PP, la huelga general del 29, el órdago de la vieja izquierda que bosteza, es el descabello. Más aún, con la situación general de España, intentar que las buenas gentes se regocijen con lo de Cádiz y su Constitución es como querer celebrar el cumpleaños de la abuela la misma semana en que al papá lo ponen en la calle y a la niña la operan de apendicitis. En las tertulias de radio y televisión, lo mismo que en la cola del supermercado, sólo se habla de Andalucía con motivo de mayorías en el alero, paro, corrupción y despiadado saqueo del presupuesto de la Junta por socialistas que en la cárcel hemos de ver. Cualquiera que vaya por ahí a vender Constitución del Doce, si quiere traer algo más que buenas palabras, sabe que lo primero que tiene que hacer es encomendarse a la Virgen del Rosario.

Cádiz, lo sabíamos los que tenemos la obligación de estudiar algo de historia, es una ciudad con mala suerte, mala suerte superada con dosis masivas de alegría, ingenio, fortaleza y fe en el futuro. Cádiz siempre es capaz de salir adelante y la canción "No importa", de Lilly Goodman, parece escrita para ser cantada cada mañana en todos los colegios gaditanos. En efecto, "no importa que las olas se levanten altas y que el sol salga por donde salga" (reconozco que esto último es más difícil, pero ya no descarto nada). Hace unos años, cuando Cádiz necesitaba de una ilusión colectiva y de un impulso que le hiciera recuperar tanto tiempo perdido, el Bicentenario de la Constitución se alzó como una bandera de esperanza y todo un proyecto de ciudad. Si frente a tanta adversidad conseguimos mantener la ilusión y el impulso, todo habrá merecido la pena. Sí, tenemos mucho que celebrar. ¡Viva la Pepa y viva Cádiz!

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