Cambio de sentido
Carmen Camacho
¡Oh, llama de amor propio!
DE POCO UN TODO
QUÉ impertinente, y más en un columnista, eso del "Ya lo dije yo". Aunque pasa luego como con la frase de Llorenç Villalonga que tanto me consuela ahora que acabo de publicar un diario íntimo: "Es una buena costumbre no hablar de uno mismo. Pero quien no habla de sí mismo habla de los demás; y son los demás los que salen perdiendo con ello". Y es que cuando ya había escrito mi artículo sobre la Casa Real, veo que todo el mundo habla del paquidermo. Es una buena costumbre no repetirse, sí, pero quien no se repite repite a los demás y son los lectores los que salen perdiendo con ello. Así que prefiero reincidir en algo que escribí y a lo que nadie echó demasiada cuenta.
Cuando comenté los resultados de las elecciones andaluzas, concluía que para España como nación, tenían una lectura positiva. Andalucía ejercería de barrera a la tentación del PP de gobernar -dejando por imposibles a Cataluña y al País Vasco- a golpe de disciplina de partido, que es la única disciplina que funciona aquí. Dicho y hecho, el PP se reunió el pasado fin de semana con los presidentes de las comunidades autónomas gobernadas por el PP para consensuar las reformas (vulgo: recortes) en sanidad y educación. Aquello era pactar con uno mismo, y daba alipori ver cómo se felicitaban a sí mismos por su capacidad de negociación y de diálogo.
Enseguida ha saltado la oposición. Y allí, junto a Cataluña y al País Vasco, estaba Andalucía. En Cataluña, el discurso ha tenido el tinte nacionalista de esperar: "Vamos a pasar del café para todos, al café descafeinado para todos", ha lamentado la consejera Irene Rigau, no se sabe si por la cafeína o, como me malicio, por el hecho de que sea -lo que sea- para todos, que es lo que les desvela. En lo del café para todos, sin embargo, ha estado la salvación de España. Y es curioso que sea una variante del "O todos moros o todos cristianos", que lleva siendo el leiv motiv de nuestra unidad desde los tiempos de Tarik.
Las declaraciones de nuestro consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica, han sido, además de ingeniosas, oportunas: "Esperábamos que nos llamaran para arrimar el hombro y nos han llamado para escurrir el bulto". Andalucía tiene que evitar, efectivamente, que el PP quiera escurrir el bulto gobernando desde Génova. Y que los nacionalistas se escurran del bulto por la vía del hecho diferencial. Y hay una última tentación que también parecen conjurar las palabras del consejero: la partidista. Somos la comunidad autónoma mayor, y hemos de dar ejemplo en lo de arrimar el hombro. Ahí es donde yo nos quiero ver, que de lo demás no tengo dudas.
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