NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Incienso para recibir a un Pedro Sánchez contra las cuerdas
DE POCO UN TODO
HAY que reconocer que esta vez Rajoy ha estado rápido. Ha visto el hueco que Francia dejaba al lado del gigante alemán, y se ha tirado de cabeza a ocuparlo. Todas sus declaraciones últimas apuntan al corazón de Merkel, para conquistarlo. Y el corazón de Merkel es, hoy por hoy, el de Europa. Hollande, en ese peligroso momento político que es la resaca de una celebración electoral, ha tenido su gesto torero (de Nimes) y ha marcado sus distancias con Alemania. Por ahí se le ha colado el presidente español. Para que la cosa quede más clara, Rajoy le ha afeado a Hollande un comentario sobre los bancos españoles. Hasta los choques con la diplomacia británica, país tan poco europeísta, se pueden leer como una posición de fuerza que le dice: "Aquí estoy yo", a Alemania, sobre todo.
El movimiento estratégico de Rajoy hunde sus raíces en la historia, lo que siempre hace las delicias del aficionado: los visigodos, Alfonso X el Sabio, el famoso apogeo de los Austrias de aquí y de allá… Pero la historia no tiene tanto peso como la economía, y aquí la incipiente pero evidente alianza con Alemania resulta esencial y me extraña no haberla visto más subrayada en los medios. Si Alemania tiene tanto poder, es porque lo tiene adquisitivo: es la locomotora de Europa. "Aquí y en Holanda, el que paga manda", se dice, y esta vez entre el dicho y el hecho no hay tanto trecho. Pero no puede mandar sola, siquiera sea por motivos de imagen. Necesita un país grande, por lo menos, a su lado, y ahí estaba Sarkozy, tan galante. Hollande, con la euforia electoral, se ha dado de baja, y Rajoy no ha tardado en darse de alta. "Quien fue a Sevilla perdió su silla", oirá el francés cuando quiera regresar. Al tiempo.
Lo cual tiene una lectura inmediata de política interna. Rubalcaba se ha agarrado al discurso y al ejemplo del nuevo presidente francés, como es lógico, pues es un correligionario y un correligionario exitoso, a cuyo rebufo pretende avanzar. Rajoy no se fía del nuevo presidente francés por el flanco interior de Rubalcaba, como es lógico, y porque teme a las recetas socialdemócratas, que fueron las de Zapatero.
Esto le va a dar una emoción muy hispánica a la política europea. La lucha de poder dentro de la UE entre Alemania y Francia vendrá a partir de ahora salpimentada con la emoción cainita que aquí ponemos en nuestras rivalidades ideológicas. No sé si servirá o no para salir antes y mejor de la crisis, pero no tengo dudas, conociéndonos, de que para sentirnos y sabernos más europeos, va a servir. Ha ocurrido otras veces en nuestra historia. Vayan ustedes escogiendo equipo, digo, país.
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