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CUANDO vivimos momentos difíciles como los de hoy, donde las desgracias se suceden una tras otra, se dice vulgarmente que nos han tocado las siete plagas de Egipto. Pero todos no conocen que no son siete, sino diez, ignorándose por qué el decir popular las devaluó rebajando su número, pues las plagas son bíblicas y se originan cuando Yahveh, Dios para los hebreos, envía a Moisés y Aarón a convencer al faraón egipcio que permita emigrar al pueblo de Israel. El monarca se niega a ello y, en cada una de sus negaciones, se le envía un castigo para que aprenda. En España, tras el nefasto Gobierno socialista del señor Zapatero nos han venido en sus ocho cortos años de Gobierno otras diez plagas que, sin parecerse a aquellas donde se transformaba el Nilo en sangre contaminando aguas, o la invasión de tábanos implacables, o la peste que exterminaba a todas las vacas, caballos y ovejas, menos las de los hebreos o la invasión de langostas voraces, así como sumir a Egipto en una tiniebla total que duraba tres días y que impedía ver a un metro de distancia, en España han dejado económicamente a nuestra piel de toro como el terreno que pisaba el caballo de Atila y no podía crecer la hierba.
La primera plaga podíamos tomarla como aquellos brotes verdes que nos prometió ZP, o la gran Champions League de la economía, donde nuestro país estaba por encima de la media de Europa y éramos imparables. Gran mentira que nos ha hecho entrar en el más profundo ocaso de una economía desestructurada y sin vuelta.
Segunda Plaga. El Gobierno de ZP nos regaló alegremente un cheque bebé que fue tal el desborde en la prestación que tuvo que quitarlo cuando en muchos casos dicho dinero no sólo precipitó la caída económica de España, sino que dicha prestación sólo sirvió para pagar bautizos, sin olvidar que cuando había gemelos o mellizos, los padres percibían un millón de las antiguas pesetas. Menudo chollo.
Tercera Plaga. Nos regaló 400 euros, pues al parecer, le sobraban a ZP en las arcas del Estado y en su ilimitado conocimiento de la economía, lo cobraron ricos y pobres, altos y delgados, pues para eso ZP tenía dinero, teniendo que retirarlo al darse cuenta de cómo la economía caía en picado.
Cuarta Plaga. A los pensionistas les redujo su prestación en un 20% y la calificó como "la reforma más ambiciosa desde la Transición", incluyendo regalitos como la jubilación a los 67 años con un mínimo de cotización de treinta y ocho años y medio, pasando el periodo de cotización obligatorio para calcular la cuantía de la pensión de 15 a 25 años y no olvidando que la jubilación anticipada la retrasó de los 61 a los 63 años de edad. Es decir, todo bien orquestado y, por supuesto, con el apoyo sindical de los que de forma apecebrada no hacían ruido. Y para hacer más vistosa su reforma, congeló el sueldo de los funcionarios y los rebajó en su estructura; pero claro, ahí no protestaba nadie.
Quinta Plaga. Planteó una reforma laboral que la llevó a cabo junto al vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, y junto al ministro de Trabajo y sindicalista, Valeriano Gómez, el cual dibujó tal reforma que no sirvió para nada. Pero claro, los sindicatos callaban y dormían como la ratita en su casa, poniendo al ex ministro Caldera como encargado de llevar a cabo la reforma laboral y el sistema de pensiones y para ello los sindicatos advirtieron que si seguían estas reformas convocarían una huelga que nunca llegó.
Sexta Plaga. Nos habló de superávit en la Seguridad Social y para ello el Secretario de Estado, Octavio Granado, el cual se desconoce dónde se encuentra actualmente, nunca dijo el importe de dicho superávit y cuando al final entrega su cartera el déficit de la Seguridad Social en 2011 ha supuesto cerca de mil millones de euros y no ingresó cuantía alguna en el Fondo de Pensiones, extremo que era sumamente necesario y obligatorio para poder subsistir. Pero una vez más dicho fondo se vio tan mermado que si no llega a ser por el nuevo Gobierno de Rajoy, hoy las pensiones no pueden pagarse. Una vil mentira más.
Séptima Plaga. En Andalucía crean la figura del mago del ERE, donde fuera de todo control de la intervención general de la Consejería de Trabajo inventan un fondo de reptiles donde dirigido desde la propia Consejería con sus instrucciones concretas, reparten más de 1.500 millones de euros a amigos y bienhechores, siendo condición sinecuanon previamente tener el carnet del PSOE o de la UGT y donde hoy algunos ya están imputados y otros están durmiendo a la sombra por haber sido cómplices de uno de los mayores fraudes que ha existido en la democracia. Pero claro, la lupa sólo se usa para quienes Griñán y ahora Valderas quieren mirar.
Octava Plaga. Cuando el actual Gobierno del PP creía que la entrega de poderes en los Ministerios se hacía con solemnidad y transparencia, nos encontramos con la gran plaga que hace mortal a nuestra economía y es que el señor ZP nos deja un déficit de 92.000 millones de euros. Es decir, un Estado en bancarrota donde superar la situación nos va a costar sangre, sudor y lágrimas, pues el que contaba las nubes y colocaba a la ministra Aído en un buen puesto en la ONU, creando ministerios por doquier y enchufando a quien tenía el carnet del PSOE en la boca, nos deja tal herencia que nunca se sabe cuándo zarparemos para un mundo real.
Novena Plaga. Ante tanto despropósito y corrupción habida, las comunidades autónomas pierden por todos lados. Todos estábamos concienciados de que este país reventaría algún día. Todos lo sabíamos. Todo se atisbaba, pero nadie hacía más que creer al mentiroso que nos engañó permanentemente sobre el estado en el que se encontraba nuestra economía. Ni la propia oposición de entonces sabía qué se iba a encontrar, pero como la verdad tiene un camino, aquí estamos todos mirando, muchos para otro lado, y olvidándonos de que en los últimos cuatro años quien ha llevado a este país a la ruina ha sido el señor Rodríguez Zapatero, única persona que debió haber sido declarada incapaz por el propio Código Civil, pues su actuación y Gobierno no tiene precedentes en un Estado de Derecho.
Décima Plaga. Mientras el país ardía económicamente, como Roma, los sindicatos con millones de subvenciones en sus arcas, negociando ERES por doquier y cobrando por dicho trámite suculentas comisiones, callaban y callaban. En cuatro años no se les ha oído. ¿Dónde estaban los líderes de CCOO o de UGT? Pues ahí, vegetando en sus despachos y colocados muchos de ellos en consejos de administración de las cajas de ahorro. Pero claro, así no eran molestos y, sin embargo, ahora cuando han sido cómplices de tantos desmanes en este país se lanzan a la calle, la agitan y piden hasta quemarla. Es así como el sindicalismo español, con miles de liberados y pagados por todos nosotros y con pasquines pagados por las propias empresas, se dan cuenta que existen y pasan de las mariscadas a las barricadas. Eso es un claro ejemplo del sindicalismo español de hoy.
Hasta aquí sólo se pueden enumerar diez plagas para así hacer un símil con las que tuvo Egipto, pero podían ser muchas más y de no haber llegado el Gobierno de Rajoy con sus valientes medidas y consciente de la gravedad y sangría que España tiene, no podíamos tener la mínima esperanza de poder levantar el vuelo y elevar nuestro país a los verdaderos brotes verdes, pero si nadie considera que eso es posible y pese a las soluciones encaminadas -por cierto, nada agradables- el país no prospera, entonces es cuando tenemos que apagar y cerrar nuestra querida patria. Pero creo que si los españoles somos inteligentes y sabemos que este esfuerzo nos va a dar una mayor prosperidad próxima, remanguémonos las mangas y trabajemos codo a codo. Lo contrario es demagogia e ir contra la unidad de España y contra la inteligencia de los que la vivimos.
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