Mariló Montero

El pupitre de al lado

por montera

17 de noviembre 2012 - 01:00

AL fin tengo el pupitre de al lado vacío. Me ha costado dos años conseguirlo, pero siento una liberación tan inmensa que, bien pensado, tampoco ha sido tan difícil lograrlo. Me molestan las tías latinas. Esas que vienen a vivir a España desde aquellos países pobres. Seguro que vino con su familia en los bajos de un barco lleno de porquería. Alguna vez le vi con su padre que la traía al colegio en su coche y era igual que él. Bajito, renegrío y con una pinta de ecuatoriano que no le hacía falta enseñar el DNI. Su madre debe estar limpiando la mierda de alguna casa. No podía soportar ni su color de piel. Me ponía enfermo.

Me daba asco porque parece que no se lavaba nunca. Cada vez que veía a Mónica me daban ganas de coger el estropajo de la cocina que mi madre usa para raspar la costra de la sartén para frotárselo en la cara. No lo hice porque vomito sólo con pensar en tocarla. Y el pelo ¡Buag, su pelo! No había manera de saber si era liso o rizado. Siempre lo tenía que llevar pegado a la cabeza con una cinta de colorines. El pelo era tan negro que parecía de uno de esos monos que van da árbol en árbol enredándose en las lianas que usaba tarzán de la selva. También me alegro de no tenerla en el asiento del autobús. Ya me encargué de poner las mochilas de los demás para que no se sentara ni un solo día. Gracias a mis colegas logramos que viajara de pie desde Torralba hasta el colegio de Ciudad Real. Dejó de subirse. Creo que su padre se encargaba de llevarla a clase.

La verdad que en estos dos años no ha venido mucho, pero ha sido muy entretenido jorobarle la existencia. Me reí mucho cuando unas tías del colegio le puteaban en la entrada del wáter. Se plantaban en la puerta y no había manera de que pasara a mear. ¿Qué jodidas las chicas, eh? Ni las lágrimas de Mónica les conmovían. Para que luego digan que solo los tíos sabemos maltratar a las mujeres. ¡Ja! Bajaba la cabeza y se largaba sola a un rincón de patio. Uf, menos mal que el día que sus padres hablaron con la profe y el dire no nos dijeron nada. Hicieron oídos sordos con la excusa de que en nuestro colegio, el IES Juan de Ávila, no pasan esa cosas. Los bullinistas somos geniales. Tenemos una habilidad especial para acosar a quien nos da la gana sin que nos toquen un solo pelo. En fin, que ya no la tengo que aguantar más a la mona esa. Lo que me sorprende es lo que aguantó. Había veces que me desesperaba cuando a pesar de la caña que le dábamos, todavía, sacaba buenas notas. El otro día me metí en su tuenti y ví que había escrito algo así como: " Si hacemos algo malo hoy, intentemos hacer algo bueno mañana". Vale, pues. Ahora que ya Mónica se ha suicidado y a mí no me van a hacer nada, a ver a quién me sientan en el pupitre vacío que tengo al lado.

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