La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
El Alambique
He tenido la oportunidad de visitar la central termosolar que se ha construido cerca de San José del Valle y que recientemente ha entrado en funcionamiento. Son dos complejos de 100 megavatios (Mw) en total de potencia, de novedosa tecnología que permite incluso funcionar de noche, en base a un sistema de almacenamiento del calor en depósitos de sales fundidas. En medio de tantas malas noticias, esta importante aportación al desarrollo de nuestra provincia y a nuestra autosuficiencia energética en base a uno de los recursos naturales renovables -el Sol-, ha pasado desapercibida. Esta planta es capaz de abastecer a una ciudad de 190.000 habitantes, sin consumo de gas, petróleo o carbón importado, y sin dejar residuos.
La tecnología de vanguardia es de Sener, una empresa vasca, la inversión del emirato de Abu Dhabi, los espejos se han fabricado en Austria, los generadores en Alemania, las enormes estructuras metálicas en empresas de Ciudad Real y Asturias; ¿qué aportamos nosotros?, el Sol.
Mientras aquí se debatía sobre el número de viviendas que se iban a construir en cada nuevo PGOU, en los millones de metros cuadrados a recalificar, en los campos de golf a instalar…, en otras zonas del país se apostaba por la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para el aprovechamiento de las energías renovables. El resultado es evidente: Andalucía tiene un 34% de paro, el País Vasco el 15%. Tenemos los recursos naturales renovables -sol, viento y mar- pero la tecnología y las fábricas están en otras partes.
Los políticos autóctonos y las empresas sin filiación han basado el desarrollo energético de nuestra provincia en el gas que importamos de Argelia, un combustible cada vez más escaso, contaminante, y que crea una peligrosa dependencia energética. Han preferido utilizar combustibles que no tenemos, en vez de las energías renovables de que disponemos. Desde la central termosolar se vislumbran las chimeneas de la central térmica que construyó Iberdrola -y que provocó un enorme rechazo social- en Arcos de la Frontera. Esta central, la mayor del país con 1.600 Mw, no funciona más que al 20% de su capacidad y sólo tiene una veintena de trabajadores. La termosolar tiene 80 trabajadores, la mayoría cualificados. Sobran los comentarios.
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