La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
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CREO que ha sido Alejo Vidal-Quadras quien ha escrito que, en estos momentos, y según parámetros occidentales, España padece un Gobierno de izquierdas, una oposición de extrema izquierda y una alternativa de izquierda revolucionaria y antisistema. La frase, que parece una boutade, puede ser, sin embargo, una clave para comprender mucho de lo que está pasando, el sentimiento de frustración y orfandad crecientes en sectores muy amplios de votantes del PP, de la derecha social y popular que tan poco tiene que ver en España con la derecha económica, financiera e incluso política.
La composición del Gobierno de Mariano Rajoy suscitó, desde el primer momento, dudas sobre sus intenciones de realizar el programa que había dado al PP la mayoría absoluta en las urnas. Pareció, ya entonces, que las reformas imprescindibles en cuestiones tales como justicia, educación o familia, quedaban en manos de personas cuyo compromiso con los cambios necesarios era discutible e incierto. No obstante, la urgencia de afrontar la ruina sin paliativos a la que el país había sido conducido por el socialismo impuso una tregua en todo lo que no fuera la situación de las cuentas públicas y sus consecuencias. Hoy, aunque poco ha mejorado el panorama económico del país, y mucho menos el de los ciudadanos afectados por la crisis, Mariano Rajoy debiera saber que, más allá de las medidas económicas, su electorado le está exigiendo un cambio de rumbo social que no puede demorarse por más tiempo. Un mensaje que ha llegado a calar en segmentos poderosos y representativos del propio PP.
Así las cosas, si fuera cierto, como empieza a insinuarse, que el proyecto de ley protectora de la maternidad y de la vida, que vendría a corregir la situación de absoluto desamparo de los no nacidos que la criminal ley actual sobre el aborto genera, sufre un nuevo retraso hasta final de este año, se estaría dando una penosa y antidemocrática señal de que las mayorías sociales en este país sirven para poco más que para la confección de estadísticas y para la historia de las causas perdidas. Este Gobierno debiera saber que sus electores le votaron no sólo para intentar arreglar la economía, sino para sacar al país de la crisis. Y esa crisis tiene en lo económico uno solo de sus componentes. Lo terrible es que esto haya que recordárselo a Rajoy, como ayer a Zapatero.
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