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Me parece bien lo que ame cada uno, ya sea su patria o su cafetera. Yo no amo ninguna de las dos cosas. Es evidente que soy español, no hay más que verme, lo que no me parece ni bien ni mal ni regular. Hay paisajes de España en los que quisiera envolverme y otros que me atraen tanto como cantar en un karaoke. Sobre los españoles tampoco tengo opinión. Unos me caen bien, otros mal y a los demás no los conozco. Quiero decir que mato o muero por no más de seis o siete personas y no entregaría a ninguna a la patria. A mí no me hace libre una patria. A mí me hace libre mi estado de ánimo. Y si hablamos de la bandera me parece bonita la Union Jack, con reminiscencias pop, y horrible la de Venezuela. Ni la española ni la catalana son gran cosa. La andaluza, no me dirán, es bastante sosa. Y del idioma qué les cuento, que mi inglés es muy mejorable.
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