El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Tribuna Libre
El once de septiembre de 1993, aconsejaba Fernando Quiñones en una de sus "mijitas", que el periodista debe acudir a los hechos y escribir sobre ellos cuanto antes; el escritor, cuanto más tarde, mejor. Quizá por este motivo, nuestras reflexiones, las de la asociación de amigos de Fernando Quiñones, que se presentaba hace dos meses, se hayan hecho esperar ante la vorágine de acontecimientos que se han sucedido en los últimos días y que nos han impedido trasladar nuestras reflexiones, propuestas y agradecimientos como hubiésemos deseado.
En la presentación de la asociación insistíamos, como después también dijimos en la presentación de las "mijitas", que existen muy pocas personas como Fernando Quiñones con el carisma, la imagen y la capacidad para representar ese gaditanismo necesario, el que se visualiza y se comparte a través de la cultura, del cante, del baile, de la literatura, en los escenarios, tras un micrófono o en medio de la calle. El gaditanismo de las personas que comparten, que escuchan, que se solidarizan con los demás y sus circunstancias transmitiéndoles alegría en medio de tiempos, como los de ahora, tan difíciles. Y veníamos señalando desde hace tres rutas que Fernando Quiñones suponía esa personificación. Por eso hemos estado coordinando actividades que permitan el despertar de las conciencias, la movilización del pensamiento y las palmas, de las ideas y los argumentos. Y con esa obsesión por poner en estima el valor de la cultura y las ilusiones se nos han pasado estos días. Estando enfrascados en esos objetivos nos llega, como un jarro de agua fría, tal y como manifestó Carmen de la Jara a la prensa, el fallecimiento de la cantaora gaditana y puntal de las alegrías Mariana Cornejo.
El entusiasmo que se estaba poniendo en la programación se diluía tras el conocimiento de la noticia. Nos reunimos de inmediato y decidimos que ella, Mariana, la que había compartido con nosotros confidencias y risas, ratos en el Café de Levante con Tamara García cómplice de andanzas, con su Luci del alma siempre en primera fila y que sobre todo nos había derramado con optimismo e intensidad tanto arte en las rutas quiñones, era otra de esas personas que como Fernando representaba el prototipo de gaditano de ley. Mariana disfrutaba compartiendo, contaba y cantaba como nadie y le daba el sitio a todos y todas los que en un ámbito u otro de la sociedad de esta ciudad poníamos empeño en hacer algo por los demás, por la cultura y por nuestra tierra.
Y porque ella creía en Fernando Quiñones y en su forma de ser y de hacer, porque como él: escuchaba, animaba, aplaudía a los demás dejando con sólo su presencia, su impronta. Porque lo mismo que hacía un chiste de sus problemas, daba ejemplo de la lucha por la igualdad como mujer que se adelantó a su tiempo, porque descubría valores y defendía con su arte a la Cultura con mayúsculas. Y así, cantando, contando y luchando, a ratos y en rutas, se le ha ido la vida.
Resulta imposible decir más de su talento o de su temperamento después de lo que se ha escrito en estos días. Imposible es enumerar a los cientos de gaditanos y gaditanas que le estamos agradecidos por haber estado entre nosotros por habernos dado y dejado tanto. Por eso y porque lo que queremos es que siga entre nosotros, ya que nadie se muere ni se va mientras se le recuerde; los miembros de nuestra entidad decidieron sin pensarlo dos veces que Mariana Cornejo sería nombrada inmediatamente Socia de Honor y merecedora de la distinción, Mojarrita de Plata de la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones, medalla de la que únicamente goza Juan José Téllez.
Que esto se le otorgue no es un homenaje, es el merecido reconocimiento en señal de gratitud que se le brinda desde la sociedad civil, desde la ciudadanía anónima con vocación cultural y porque a ella, a Mariana Cornejo le corresponde por derecho propio.
Se le despidió como ella hubiera querido: por alegrías. Nosotros la recibimos como Quiñones manda: por mojarritas.
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