![José Aguilar](https://static.grupojoly.com/joly/public/file/2024/0528/06/jose-aguilar.png)
La esquina
José Aguilar
Juanma y su may oría
Tribuna libre
EL nombre del presbítero José Gálvez Ruiz (1874-1939) probablemente pase desapercibido a la mayoría de los gaditanos hoy día pero, si echamos la vista atrás apenas medio siglo, era recordado como profesor y director del Conservatorio gaditano, profesor de música en la Escuela Normal de maestros, compositor, organista y maestro de capilla de la Catedral de Cádiz entre 1912 y 1936.
La historia de la vinculación de Gálvez con los Servitas no es extraña si tenemos en cuenta la cantidad de eclesiásticos que pertenecieron a dicha orden tercera desde su fundación en el siglo XVIII, muchos de ellos canónigos de la Catedral de Cádiz.
La primera noticia que tenemos de dicho vínculo o membresía la encontramos en el cabildo anual de cuentas y elecciones de 1899. Aunque es curioso que no hallemos su nombre en ningún registro oficial de hermanos, vuelve a aparecer en numerosos cabildos como el del año 1900, en el que aspira a fiscal eclesiástico. Quien sí aparece en el Libro de hermanos y hermanas profesos es su colega Luis Galván Domínguez, organista titular de la Seo de 1912 a 1925 (quien ingresa en la orden en 1904), presentándose también a sucesivos cabildos como fiscal secular y eclesiástico. Suman pues, junto al también maestro de capilla Antonio Maqueda -predecesor de Gálvez en el cargo-, tres destacados músicos gaditanos estrechamente vinculados a la Venerable Orden Tercera en el corto espacio de dos décadas.
En la década de los años 20 nuevamente encontramos implicación de Gálvez en los asuntos de gobierno de la VOT, como aspirante a diputado de cuentas en 1926. Consta como última participación suya una junta de gobierno de 1937.
Quizá el dato más significativo de su membresía es la crónica de su funeral publicada en el Diario de Cádiz el 5 de febrero de 1939. En él figura el estandarte de los servitas en el cortejo fúnebre, en el que participan las fuerzas vivas de la ciudad.
Pero sin duda, y al margen de los documentos, su mayor aportación al culto mariano en Cádiz -aunque indirecta a la orden servita- es su obra musical. Sus Responsorios de maitines de la Inmaculada, de 1923, son una verdadera joya dedicada a la Virgen y quizá su obra más completa tanto desde el punto de vista estilístico como al tratarse de una colección de responsorios para el Oficio de maitines en la Catedral de Cádiz. Pese a contar con unos medios limitados en lo referente a efectivos musicales (dado el reducido presupuesto de la capilla musical), despliega y demuestra una gran imaginación y sensibilidad conectada directamente con las corrientes de vanguardia de su época, como el impresionismo musical. Siendo todavía organista de la Catedral (cargo al que accede con tan sólo 21 años), compone una efectiva y monumental Salve gregoriana para 3 voces y órgano, o un íntimo y precioso Ave Maria para 3 voces de tiple (soprano), todas estas piezas recientemente rescatadas del olvido y puestas en valor por iniciativa del cabildo catedralicio y el músico Jorge Enrique García Ortega al frente del Conjunto Vocal Virelay, capilla de música de la Catedral de Cádiz.
También te puede interesar
La esquina
José Aguilar
Juanma y su may oría
La aldaba
Son más, pero con menos huellaQué buen vasallo mi Juan...
Con la venia
Fernando Santiago
El museo de los proyectos olvidados
Su propio afán
Contrarreloj