José Berasaluce Linares

Tunantes en Sancti Petri

perversiones gastronómicas

Restaurante Atunante, Hotel Barceló Sancti Petri

25 de julio 2015 - 01:00

El pícaro es un superviviente. Pocos saben que Miguel de Cervantes frecuentó la almadraba de Zahara de los Atunes y se sirvió de la "academia de la pesca de atunes" para definir al antihéroe. La picaresca es un rasgo latino lleno de ingenio que representa al tunante y a los apátridas.

Hoy que muchos mandatarios se pelean por como fijar sus fronteras, resulta un acto heroico sentirse de ninguna parte y de todas. Ser deliberadamente apátrida solo está al alcance de muy pocos. Así definió el periodista gaditano José Ramón Ripoll al poeta Carlos Edmundo de Ory por su pensamiento forjado en múltiples lecturas y en lejanas tradiciones.

Sin nación, sobreviviendo y con tendencia al sur. Así son los atunes que cada año y desde hace milenios nos visitan. Vienen a reproducirse a nuestras aguas cálidas, es decir, a hacer el amor. Hay un exceso de identidad con estos túnidos porque siempre se ven representados en la hostelería local y en la industria conservera por su pasado romano y por artes de pesca ancestrales, pero nadie antes había dotado al atún de una bella metáfora evocando extravagancia y fantasía.

El Hotel Barceló Sancti Petri ha decidido innovar y acaba de inaugurar en sus instalaciones un nuevo y sugerente restaurante: Atunante. La imagen elegida es la ilustración de un tunante con mirada pícara, de condición aventurera, aristocrática y con ganas de amar a lomos de un gran atún.

La marca ha sido concebida por el estudio Salvartes, que dirige Salvador García-Ripoll y es el fruto de varias fuentes de inspiración y de un proceso de investigación: Miguel de Cervantes, la novela picaresca, la literatura fantástica del siglo XIX, los ilustradores franceses de 1900 y las aventuras del Barón Münchhausen.

Aparentemente se trata de un establecimiento gastronómico especializado en el atún rojo donde el chef Alexis García ha sido capaz de crear una carta completamente original y de gran calidad, pero en realidad Atunante es el primer restaurante escénico de Andalucía lleno de música, cultura y atún rojo de almadraba. Tienen una selección de los vinos más divertidos de toda España, menús emocionales armonizados con bandas sonoras y una oferta culinaria atrevida y de mercado. Puedes cenar bajo una bandada de atunes que inundan el techo del local, realizada por la empresa Artifex, en un ambiente insólito y divertido.

La sala está presidida por un gran mural que lo inunda todo y que impacta: el cuadro del gran pintor holandés del barroco, Rembrandt, La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp pero debidamente tuneado, habiendo sustituido el cadáver original de esta obra por un atún perfectamente dividido en todas sus partes. Los promotores del establecimiento consiguen así paliar un gran déficit del atún, esto es, saber lo que uno se come y con ello ser capaces de explicarles de una manera inteligente a los clientes las diferentes piezas de este singular pez.

Los detalles del restaurante crean una atmósfera sutil y delicada. Cubertería y vajilla con formas de pescado, terraza exterior con la simpática leyenda de la Carrá -para hacer bien el amor hay que venir al sur- y un servicio profesional y distinguido con precios más que razonables.

Han elaborado cuatro menús emocionales que son un ejemplo de creatividad y un esfuerzo por maridar música e ideas de la cultura muy influenciadas por el cine. En cada uno de ellos le proponen un vino que relacionan con un concepto, una obra pictórica, una poesía y un tema musical que suena de fondo durante su estancia. Disfruten el menú número tres "Me gustan los malos" que profundiza en el seductor fatal, el villano, un Don Giovanni maridado con un poema de Lope de Vega, una botella de vino Sospechoso, el tema de U2 With or without you junto a un suculento maridaje: Contramormo estofado con setas, carpaccio de atún con esfera de yuzu y un surtido a la plancha de morrillo, tarantelo, solomillo y ventresca.

Hay un momento en el Atunante que merece ser vivido. Cuando suene La Valse D'amelie de Yann Tiersen, observen al fondo el tenebrismo y la luz de Rembrandt y siéntanse como el atún, de ninguna parte y de todas, apátridas de almadraba, tunantes en Sancti Petri.

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