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CUANDO llamaron "asesino" en pleno Pleno del Ayuntamiento de Jerez a José María Pemán, su familia decidió interponer una querella, y me pareció más que bien, y lo aplaudí. Ahora leo que han absuelto al actor Albert Pla por aquello que dijo que "mataría a los de Podemos y plataformas ciudadanas" y lo lamento.
En primera instancia, al actor le habían condenado a una multa de cien euros, lo que revestía un valor simbólico, pero bien valioso. No se debe ir por la vida mentándole la muerte a nadie y, encima, con recochineo, como cuando el actor añadía, ahuecando la voz como en el papel de un gánster: "todavía no llevan guardaespaldas, es mejor acabar ahora".
La Audiencia de Valencia (que es un juzgado y es un pareado) ha determinado, en cambio, que aquellas amenazas carecían "de seriedad, firmeza y determinación (o concreción del mal)", que es lo que pide la ley para considerar que una amenaza encaja en el tipo de su delito. Y puede ser verdad, desde luego, pero Albert Pla se ha crecido con su absolución y su abogado se plantea reclamar una compensación por los daños morales causados.
Para mí que con la absolución ya se pueden ir más que contentos. Porque está bien que quien lanzó palabras tan gruesas -encajen o no en el tipo legal- se sienta incómodo y tenga que darse una pasada por los juzgados. Si hay absolución, mejor para el amenazante, pero al menos en el proceso se lleva "la pena del proceso".
En el fondo y a medio plazo, se hace con ello un favor grande a la convivencia política y social de España. Yo no estoy de acuerdo casi nunca con las ideas de Podemos, pero eso es razón de más. Ir por la vida lanzando amenazas de muerte es, como poco, una tontería. Se pierde un tiempo precioso y un espacio para dar los argumentos que convenzan a los votantes e incluso a los líderes de Podemos de que están equivocados. Los insultos son la expresión más literal de la expresión "se te va la fuerza por la boca".
Lo siento, pues, por los jueces, tan sobrecargados de trabajo, pero me parece que les va a tocar cada vez más moderar los excesos verbales (o la pobreza intelectual, es lo mismo) de nuestros debates públicos, que va creciendo por momentos. Morante de la Puebla también ha interpuesto una denuncia a Petrus Johannes Martinus, el activista que le llamó "asesino" y que, desde entonces, no ha vuelto a tirarse de espontáneo en ninguna plaza. Las denuncias se ve que sirven.
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