Enrique / García / Máiquez /

Un luto doble

Su propio afán

05 de noviembre 2015 - 01:00

POR mucho que crea en la inmortalidad del alma, ¿cómo no estremecerme ante la belleza estoica del adagio que reza: "Si nuestro destino es la nada, procuremos que eso sea injusto"? He tratado de adaptarlo a mi fe con una traducción: "La nada no es nuestro destino, pero intentemos merecernos esa inmortalidad que nos regalan". Además, hay muchas cosas a nuestro alrededor que sí mueren, y a las que se pueden aplicar esas nobles palabras.

Tan severos pensamientos me los incitan las enésimas reuniones de Rajoy en La Moncloa. A Pedro Sánchez se le ocurrió lo de reunirse y Mariano se lo ha tomado con empeño de ciclista peleón. Anteayer, casi coincidiendo con Halloween, recibió incluso a Duran i Lleida, líder de Unió, y a Andrés Herzog, de UPyD, representantes de dos partidos zombies a estas alturas. Y fue entonces cuando resonó por las galerías de mi memoria la idea de que si la nada parlamentaria les está destinada, como parece, al menos hacen lo que pueden para que parezca un destino injusto.

Más diferentes no pueden ser, pero a cada partido le veo su razón de ser. Unió era, o es aún, aunque no será mañana, la posibilidad de un catalanismo sutil, eso que se ha perdido, fagocitado por la querencia de los nacionalismos a la exasperación y el fanatismo. Para hacer sus equilibrios es cierto que Duran (y Lleida también) se traía un doble juego de manos, aderezado de cinismo e interés. Por él, habría seguido jugando con el resto de España, aprovechándose de su sí pero no y de su no pero sí. Con todo, ahora que es una sombra, qué lástima que se desvanezca sin más. Y que lo haga, paradójicamente, por culpa de los gobiernos que cedieron demasiado a ese juego suyo. Unió ha muerto del éxito de su fórmula. De haber topado con más resistencias, habría resistido más.

UPyD se ha dejado arrebatar su espacio por Ciudadanos por no compartirlo y por esnobear a Rivera, lo que se está convirtiendo en una actividad de alto riesgo. Pero ha representado la fe más férrea en el Estado de Derecho, la ley y la democracia que hemos tenido por aquí. Alcanzaron un porte de puritanismo constitucional tan rígido que enternecía. Aunque C's guarda un aire de familia, el partido naranja prima la política y la imagen. A UPyD y a Unió los echaremos de menos. Hay que agradecerle a Rajoy que, en su fiebre actual por las reuniones, nos haya permitido despedirnos de ellos con todos los honores de La Moncloa.

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