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La tribuna
HAY que revertir las características del modelo productivo andaluz y sobre ello puede haber un consenso racional y razonable extenso. ¿Quién no quiere una economía andaluza menos periférica, menos extrovertida o más articulada? La reconversión ecológica progresiva de los sectores estratégicos de la economía andaluza (agricultura y ganadería ecología, energías renovables, turismo de calidad, innovación en la bioconstrucción y en la rehabilitación, innovación en tecnología biosanitaria, etc.) incrementará la competitividad de estos sectores en el mercado global y europeo a la par que reducirá impactos ambientales aumentando el valor añadido. Para ello contamos con una renta de situación muy competitiva y con un relevante capital tecnológico disponible en los centros de investigación andaluces y en la práctica productiva y empresarial. Esta ventana está todavía abierta y el nicho no está ocupado aún por las grandes transnacionales; ahora somos competitivos, pero quizás pronto esta ventana se cierre.
Pero hay dos problemas que no podemos obviar: ¿De dónde sale el dinero? ¿Qué diseño institucional puede favorecer este cambio?. Para ello proponemos:
1. Desarrollo de un nuevo marco fiscal que incentive la eficiencia ecológica y tecnológica y penalice la ineficiencia. Aumento de la presión fiscal sobre sectores que no son deslocalizables y tienen un alto margen de benéficos como telecomunicaciones, transporte, banca, grandes superficies comerciales, eléctricas y empresas energéticas.
2. Recuperar e integrar (más que estimular) la demanda interna por medio de la territorialización de la producción y el consumo, los circuitos y canales cortos de comercialización, las redes de transporte público, el uso público y en abierto de las TIC etc.
3. Fomento de las tecnología sociales de producción y gestión de bienes públicos como la salud, la autonomía, la educación, la investigación en las cuales nuestra comunidad tiene innovaciones significativas.
4. El estímulo de las economías de bienes inmateriales como los que producen en la industria cultural, de la gestión, el diseño, la comunicación o la producción científica.
5. Desarrollo de una banca pública andaluza y de un nuevo marco de financiación federal española y europea.
El objetivo no es sólo la competitividad sino la obtención de los recursos monetarios y tecnológicos, así como de los consensos sociales, necesarios para poder girar hacia un modelo más igualitario y más cooperativo donde sea posible la prosperidad no necesariamente anexada al crecimiento sino al decrecimiento selectivo y la eficiencia sistémica.
La fórmula es simple: no podemos competir, sino de manera muy subalterna en los sectores, modelos y tecnología colonizados por las grandes corporaciones y sus circuitos globalizados. Tenemos que concentrarnos en los sectores estratégicos en los que ya hemos ensayado con razonable éxito: tecnologías y modos ecológicos eficientes de explotación. Así, a la par que ganamos valor añadido y competitividad, reducimos impactos y consumos, y aumentamos la autonomía energética, tecnológica y alimentaria. Partimos con ventajas comparativas importantes en lo concerniente al capital natural como al capital tecnológico y humano, así como al capital socioambiental. Estos sectores (agricultura, fuentes energéticas renovables, turismo) son difícilmente deslocalizables y la territorialización dinamiza y favorece su expansión.
Un programa de transición ecológica no es sólo, ni esencialmente, un programa de sensibilización ambiental; al igual que un programa de estímulo del crecimiento no es sólo un programa de sensibilización para el consumo. Es básicamente un programa de cambio progresivo de las condiciones institucionales y materiales que hacen posible y deseable otra forma de producir y de consumir. Eso sólo será factible si intervenimos sobre los dos ejes de la crisis ecológica que lo son también de la crisis social.
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