El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
LA política hace extraños compañeros de cama, se dice, con una imagen algo impúdica, lo que quizá sea su intención y es su mérito. Pero eso será a partir del 21 de diciembre. Por ahora la política ha empezado haciendo extraños compañeros de escenario. Susana Díaz y Pedro Sánchez, tanto montan, montan tanto, sin ir más lejos.
Después de sonados desencuentros y de sutiles puñaladas, se hace curioso verles compartiendo mítines no sólo acalorados por el fragor electoral, sino acaramelados. No hace tanto tiempo de aquellas fotos gélidas de Alcalá de Guadaíra donde ni se miraron y ya estamos viendo las del último mitin en Jaén donde no dejaron de hacerlo. Alguien tan perspicaz como nuestro Juan Manuel Marqués Perales lo ha puesto negro sobre blanco: "Los guiños entre uno y otra, tan extraños en otras ocasiones, fueron permanentes". Este paso del hielo al fuego en un santiamén a los que tenemos más edad no puede dejar de recordarnos cualquier canción apasionada del dúo Pimpinela.
Razones electorales tienen ambos. Más allá del número de escaños, para el PSOE sería un varapalo irreversible quedar sobrepasado por Ciudadanos. El esfuerzo de sus líderes va a ser máximo, hasta el extremo de representar su canción, como se ve, sin miedo a que suene sobreactuada. Sin embargo, con Susana, a la que no le gusta perder ni al parchís, como reconoció en el mismo mitin de Jaén, hay que escrutar bien las intenciones por detrás, pues ella suele ser bastante salomónica. Así, mientras se erige en columna de Pedro Sánchez, me da la impresión de que no está nada incómoda con el retorcimiento escénico de la impostura sentimental.
Susana podría perfectamente haber optado por un discurso mucho más sincero: "He tenido mis diferencias graves con Pedro Sánchez, pero, ante la emergencia nacional, arrincono todos mis reparos y apoyo al menos malo de los candidatos porque España lo necesita". He ahí un discurso creíble y, por tanto, con más gancho electoral. Claro que eso ni le ganaría el agradecimiento integral de un Pedro Sánchez que salvase el cargo o que incluso triunfase ni tampoco le daría resquicios para desentenderse después de la derrota. Con su pasión de pimpinela, sí. En la victoria, ella lo dio todo; en la derrota, ya se notaba que no era más que el necesario teatro partidista. Por ahora, Susana remató el trémolo de Jaén con un aria de bravura: "Tenemos que dejarnos la piel con Pedro".
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