El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
PULULAN alrededor tantas teorías erradas y discutibles que tendremos que tolerar las que aporten, al menos, alguna consecuencia práctica buena.
Nadie le discutirá el valor físico a Su Santidad. Yendo el corazón de África azotado por el terrorismo y las guerras civiles, el Papa se convertía en el blanco perfecto; y fue. Ha sido un gesto extraordinario, sin duda, que no he visto muy aplaudido. Sin embargo, Francisco ha dicho allí que el terrorismo nace de la pobreza, lo que me parece poco atinado, la verdad. Aquí hemos padecido el terrorismo de ETA que brotaba de una de las zonas más industrializadas y ricas de España. Tampoco Osama bin Laden era un modesto beduino, que digamos. A diferencia de sus predecesores, con los que uno lamentaba a cada discurso que los papas no hablasen siempre ex cathedra, con Francisco se recuerda aliviado que las palabras de un pontífice tienen que cumplir requisitos muy estrictos para sentar doctrina. Lo que no le quita un ápice de valor personal ni, en el caso de la pobreza, de valor moral. No creo que la raíz del terrorismo sea la pobreza, pero estoy seguro de que la pobreza es una lacra y que luchar contra ella es imprescindible. Así que vale, bien.
En otro nivel, me pasa lo mismo con el dichoso IVA cultural. No sé por qué la cultura tiene que tener un impuesto más bajo que otras cosas, como si fuese un sector minusválido al que hay que arropar con mantas de discriminación positiva. Pero sí creo que habría que bajar todos y cada uno de los impuestos. Si empezamos por el IVA cultural, como si empezamos por Sucesiones o por el IBI, bienvenida sea cualquier rebaja fiscal. No voy tampoco a dar esa batalla.
Lo mismo me pasa con la famosa cumbre del clima. No acabo de creerme los datos apocalípticos del calentamiento y todavía menos la influencia del hombre en ellos. Y desde luego aquellos que la relacionan con las causas últimas del terrorismo están ya fuera de órbita. Pero si resulta que, a costa del alarmismo climático, vamos a reducir la contaminación que, como la pobreza, es algo muy malo, admitimos el alarmismo como animal de compañía. Mientras que el ecologismo no asome su patita antinatalista, no voy a protestar por su defensa del aire limpio y las aguas cristalinas, que aplaudo como al que más.
No me entusiasma el utilitarismo del o gato negro o gato blanco; y, sin embargo, si caza ratones, qué remedio, habrá que dejarlo suelto…
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