Enrique / García-Máiquez

La gran abstención

Su propio afán

22 de diciembre 2015 - 01:00

CON estos resultados, no podemos decir que pueda pasar cualquier cosa, porque un montón de ellas no pueden pasar. Entre las pocas posibles, la más plausible es la gran abstención, esto es, que el PSOE con una abstención total o parcial deje gobernar al PP, el partido más votado y con mayoría absoluta en el Senado. Puede sumarse Ciudadanos, que no es decisivo, pero aportaría solemnidad, transversalidad y ganas.

Suena difícil, pero peor suena todo lo demás. Unas nuevas elecciones transmitirían una imagen de caos al mundo y no asegurarían resultados diferentes. El PSOE, aunque necesita a Esquerra para redondear una mayoría absoluta que no alcanzaría sólo con Podemos, no puede permitirse un pacto con los independentistas. No olvidemos de dónde vienen la mayoría de votos socialistas, como no lo olvidan los barones regionales. Y casi tampoco puede permitirse pactar con un Podemos, que es su rival directo y que exige un referéndum en Cataluña.

Pero una Gran Coalición a la alemana, aquí, en España, se antoja difícilmente trasplantable. Hay una enemistad cainita entre PP y PSOE y ese pacto sería el abrazo del oso para los socialistas. Y cederían el testigo de la oposición a Podemos, nada menos.

Todo pasa, pues, por reivindicar el tercer eje. Se ha hablado hasta la saciedad del eje izquierda-derecha y del eje nuevo-viejo. Bien. Hay que empezar a ponderar el eje reformismo-ruptura y ver que en el reformismo se encuentran o se podrían encontrar PP, PSOE y Ciudadanos. Y que, además, bastaría con una abstención para echar a rodar sobre ese eje, y luego engrasarlo con pactos de protagonismo compartido y profundo calado reformista. A Albert Rivera, que ha hecho una campaña torpe, hay que reconocerle que se ha estado preparando para este escenario. Quedaría convencer a Pedro Sánchez (a lo que contribuirán desde fuera Merkel y Hollande, y Susana Díaz desde dentro, y tal vez desde enfrente el sacrificio personal de Rajoy, como símbolo de una auténtica etapa reformista). Ya en las municipales y en las autonómicas vislumbramos el papel estelar que puede jugar la abstención. Enriquece y da sutileza al conmigo o contra mí del sí o del no a secas. A ver si tantos temores y tantas caras largas (disimuladas) en las sedes en la noche electoral, van a dar lugar a un periodo democrático más denso, más activo y más fecundo que nunca. Estamos a tiempo y con el viento (de la necesidad) a favor.

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