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ANTE el gran peligro de las obras de misericordia, la tentación es meterse en el burladero de la metáfora. Que dice una que hay que dar a comer al hambriento y yo, como ofrezco mis escritos a quien tenga hambre de opinión, pues ea, me quedo ya tan satisfecho arrebujado en mis egoísmos. Con las obras de misericordia, mejor atenerse al pie de la letra.
La sexta de las obras corporales hay que tomársela, pues, en serio. Reza: "Visitar a los presos". No sacarlos de la cárcel, dar amnistías en racimo, rebajarles la pena, reírles las gracias, impartir impunidad a voleo ni confundir caridad con condonación. Si Jesucristo hubiese querido que sacásemos a los presos, habría dicho: "liberad a los presos", como quiso que los visitásemos y que librásemos, eso sí, al sediento de su sed. Es lógico, porque la cárcel cumple una función social y ética muy seria. Por un lado, asegura la paz pública, retirando de la libre circulación a los que circulan en sentido contrario y sin frenos; y, por otro, asegura la paz pública, resarciendo a las víctimas inocentes y reconvirtiendo sus naturales ansias de venganza en conformidad con la ley y, de paso, con sus garantías.
El freudiano que llevamos dentro me llama la atención acerca del rechazo inconsciente que provoca la inocencia. Puede verse en los que, en caso de violación, justifican el aborto del niño, pero no una prisión larguísima al violador. ¡Cuánto ningunean a las víctimas los transidos de solidaridad con los delincuentes! Ese mismo freudiano nos impele, con tal de no cumplir las obras de misericordia, a acabar con los hambrientos por la vía del control de natalidad. Y a acabar con los presos vía amnistías generales con tal de no pagar la incómoda visita.
No hace falta decir -pero por si acaso- que no estoy pensando en el que robó una bicicleta hace años y que está completamente insertado y que ojalá no vaya a la cárcel. Señalo a Otegui y a otros terroristas, más o menos arrepentidos de boquilla, pero que jamás colaboran con la justicia en el esclarecimiento de los casos por resolver, que ojalá no hubiesen salido. Y hablo de la perra que han cogido las fuerzas de progreso contra la prisión permanente revisable, que es un mecanismo que permite garantizar los derechos del preso con el castigo justo que demanda la sociedad para crímenes atroces. A algunos los dejas a su querencia y se ponen solos en el bando que les pide el cuerpo.
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