Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Su propio afán
LA baronesa Blixen, autora de Memorias de África, contaba que los indígenas que trabajaban en su plantación de Kenia no conocían la rima. El descubrirla les deslumbró. A mí me deslumbra la asociación mental que hicieron ellos. Cuando querían que hiciera rimas, le pedían: "Por favor, señora, hable como la lluvia". No se puede decir más bonito. La baronesa hizo su propio descubrimiento: gracias a la rima aceptaban incluso imágenes e ideas que en prosa les hubiesen enfurecido, como "Wakamba na kula mamba", esto es, "la tribu wakamba come serpientes", pero que, como rimaban, les hacían mucha gracia. Algo parecido ocurre con el pareado que hace tres años gritaban Kichi y Teresa Rodríguez a las autoridades reunidas en el Teatro de las Cortes en San Fernando: "La próxima visita/ será con dinamita". Puede verse en el vídeo que ha publicado El Mundo. En prosa sería una amenaza intolerable, tal vez constitutiva de delito y, sin lugar a dudas, antidemocrática. En rima, todo, sin perder el mal gusto, se aligera mucho. Es pólvora -la lluvia de los wakamba- mojada.
Chesterton detectó en las rimas una pulsión erótica: "Las rimas se responden mutuamente igual que los sexos en las flores y en los seres humanos". Y allí están en el vídeo respondiéndose José María González y Teresa Rodríguez, que agarra el micrófono y grita: "Si esto no se apaña,/ caña, caña, caña". Se ríen mucho (y Kichi aplaude) de uno que avisa que como pillen a un infiltrado "lo van a jinchar a palos". Ese aire adolescente, al que vuelven a contribuir las rimas en consonante como pareados que se escriben en la carpeta del insti, es una capa que camufla lo ofensivo e intolerable.
La rima, además, es mnemotécnica. Seguro que "la próxima visita/ será con dinamita" ya no se nos va de la cabeza. Los versos tienen la virtualidad de volver: por eso se llaman versos, precisamente. Así que habrá una especie de penitencia prospectiva en el eslogan, porque a José María González, Kichi, se lo repetirán más de una vez, y no tendrá ni autoridad para recriminarlo ni cuerpo para corearlo.
Por último, más allá de la rima, estaba la metáfora. No ha pasado demasiado tiempo y ya han cambiado de lado en las instituciones ("fuera", "dentro", como Epi y Blas en Barrio Sésamo) y han dejado de dar la vara con el altavoz para tomar la vara del Ayuntamiento. Decía "dinamita", pero significaba: "La próxima visita/ será a por la varita".
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