El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
NO hay que fiarse de las primeras impresiones. Pegué un respingo cuando vi asomar en las páginas del Diario la cabeza del lobo que la cofradía gaditana del Ecce-Homo va a sacar hoy en la cabeza de un suboficial de la legión romana. A bote pronto, tenía pinta de disfraz de carnaval o de ilustración de un libro de Santiago Posteguillo. Y resultaba inquietante que la piel de lobo haya sido realizada por la empresa de efectos especiales Gadget, que ha trabajado en películas de Guillermo del Toro como El espinazo del diablo (nada menos) y Hellboy (hala), así como con Pedro Almodóvar en Hable con ella (vaya) y Alejandro Amenábar en Mar adentro (ea). Tampoco me tranquilizó tanto que no se hayan utilizado pieles naturales ni técnicas de taxidermia (ah). Sí me hizo gracia, en cambio, saber que se recuperaba la figura de principios de siglo, que entonces iba cubierta de una piel de leopardo. Lo del lobo es por un prurito historicista, por lo visto. Y me pareció un guiño chulo que recuperen el nombre de la legión con la que Columela estuvo destinado en Siria: Legio VI Ferrata.
Sin embargo, el Domingo de Ramos, saliendo con mis hijos pequeños en la procesión empecé a entender los motivos del lobo. Los conocimientos teológicos de mis niños no son aún demasiado profundos, aunque su vida de piedad empieza a andar por su cuenta. Mi hijo está muy impresionado con que Jesús, cuando le pusieron la corona de espinas, no lloró ni nada. Lo considera el culmen de la caballerosidad y la hombría. Pero el verdadero gusto por la Semana Santa lo encuentran ellos en la banda de tambores y cornetas. En el jaleo.
Entonces yo, con los oídos atronados y la cabeza asonada, recordé al lobo. Supongo que el trabajo inquietante de Gadget atraerá a muchos niños y curiosos y contribuirá al esplendor bullicioso de la Semana Santa. Quizá ese sea el secreto a voces de nuestra semana mayor: el apostolado del espectáculo.
Cuando ya mis hijos se habían retirado derrengados y yo seguía a duras penas, tuve un momento de emoción trascendido en oración cuando con un oído atendía la marcha de Campanilleros, que mecía a la Virgen al fondo de la calle, mientras al otro oído me llegaban desde lejos los flecos de una desgarrada saeta al Cristo. Llegamos por los sentidos al sentido, por lo accesorio a lo principal. Es un camino largo y toda ayuda es bienvenida. El lobo es una oveja con piel de lobo. Hará mucho bien.
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