Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Desde mi cierro
Una vez más, mi lector, tengo que hablar de la vecina Chiclana. Primero, porque le quiero recordar al ciudadano isleño aquel refrán popular sobre las barbas de tu vecino... y, segundo, porque me encuentro tan cerca "Desde mi cierro" de ese lugar, que no tengo más remedio que opinar. Pues lo que está ocurriendo hace una semana y sigue, en ese pueblo tan cercano, no tiene nombre. Mi primera impresión es que el ciudadano en las próximas -tan asqueado- no votará. Dirá que voten ellos y que con él no jueguen más. Porque esto de Chiclana es un cachondeo a las claras. Y de nuevo, se vislumbra en un inmediato futuro un gobierno prepotente y descarado, como ha sido en los últimos veinte años, siempre que la irremediable moción de censura salga adelante. Y saldrá. Que la postura de la señora Polanco y la de su partido, el pesea, tampoco la entiendo. Ya digo, en las próximas ni uno. Que de aquí a la posible moción, tendremos entretenimiento protagonizado por el señor Butrón, a nadie le quepa dudas, porque trapos sucios aún quedan por limpiar, y en eso este señor es un maestro. Porque no se puede seguir engañando al ciudadano con el que se cuenta cada cuatro años. Por todo esto, este pueblo honrado y trabajador, y muy inteligente, espero que se dé cuenta.
Luego está ese cachondeo del transfuguismo. Que no se lo cree ni quien lo inventó. Postura de conveniencia porque ahora interesa. Porque algo hay que inventarse para mitigar y apagar el fuego en algunos ayuntamientos donde las matemáticas no cuadran, siempre que a los socialistas estos números no les favorezcan, y con toda gratuidad se llama tránsfugas a los que por el motivo que sea, se arrepienten del partido político en el que militaron y piensan de otra manera. Las más de las veces. En definitiva, justificar marcharse del cuatripartito chiclanero basándose en ese manifiesto socialista sobre este interesado concepto, me parece una chorrada.
Y La Isla es otra historia. No es lo mismo que en Chiclana, pero cuidado, mi ciudadano. Aquí en apariencia no ocurre nada, pero ocurrirá cuando quede poco para las próximas, tal como está políticamente convenido y estipulado. Y al final, ya lo sabe mi intuitivo lector, se llevarán el gato al agua quienes todos sabemos. Tiempo.
También te puede interesar
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Por montera
Mariló Montero
Los tickets
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La pesadilla andaluza
Lo último