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NUESTRO mercado de trabajo se encuentra en estos momentos en una situación de expectativa, donde quienes hemos vivido el aumento continuado del paro y el desconcierto permanente del cierre de miles de empresas, ha creado en nuestra sociedad civil una preocupación dañina que en los últimos años ha sido casi imposible retomar el pulso a tantas y tantas empresas y empleadores que por día contemplaban el "suicidio" de sus patronales o el cierre de tantas líneas de trabajo que nos ponían a la cabeza de Europa en la tasa de ese desempleo tan feroz.
La reforma laboral ha sido discutida y utilizada permanentemente como un éxito para muchos y un fracaso para otros, pues nuestro país que en la legislatura del Gobierno de Zapatero cayó al abismo por falta de empleo, nadie podrá discutir que en estos últimos años ha ido superando esa enfermedad del paro y sin llegar a lo que todos deseamos, ha podido ir dejando en la cuneta ese maleficio que tenía y que aún poseemos, pues nuestro mercado laboral sigue enfermo en esta materia y carente de un pleno empleo.
Con estos antecedentes hoy estamos en un inmovilismo político, pues un Gobierno en funciones y unas elecciones fallidas no hacen precisamente posible que la credibilidad en el empleo y de quienes lo crean se atisbe una carrera veloz para acabar con esta lacra social. Algunos partidos políticos vienen prometiendo y asegurando que derogarán, si alcanzan el poder, la reforma laboral hoy en vigor y, es más, posiblemente, también la del 2010, realizada por el entonces Gobierno socialista, por lo que ya existen voces de algunos de los miembros del Consejo Empresarial de la Competitividad, que está formado por el poderoso grupo de 15 de las grandes empresas españolas, que esto es inquietante, pues si no se deja marcar y trabajar en lo realizado en esta reforma existe una clara amenaza de potenciar una involución laboral, pues el círculo de empresarios, la CEOE, profesionales del Derecho Laboral, Juristas, Economistas y conocedores del mundo jurídico-laboral también sienten esta preocupación, pues si un Gobierno débil es incapaz de continuar las reformas emprendidas y, es más, se prevé un considerable retroceso de lo realizado, alimentando temores de los emprendedores, como ya se ha hecho en la última campaña electoral que solo ha traído más que disgustos, cosa que ya se nota en los inversores que están, con habilidad, llevando a cabo una retirada de sus efectivos ante el temor de una negociación o reforma del Estatuto de los Trabajadores a la baja, pues hasta el propio Pedro Sánchez se ha comprometido a no rebajar el coste de los despidos, pero la incertidumbre del empleador y del desanimo de la sociedad están llevando a cabo una permanente división del mercado de trabajo en España. Estamos viendo cómo entre el 90% y el 92% de los contratos de trabajo que se realizan son precarios, frente a los indefinidos que están en una horquilla de entre el 8% y el 10%, recordando que el año pasado las empresas hicieron 18,5 millones de contratos de los que 17 millones fueron temporales e indefinidos los 1,5 millones restantes.
Entiendo que la meta de nuestro país es la creación de empleo y no a cualquier precio, pero si se sigue la línea ascendente que hoy estamos teniendo, podemos en un tiempo no lejano a dos años situarnos en una tasa decente, pero las voces que hoy gritan queriendo derogar todo lo derogable les están haciendo un flaco servicio a los empleadores, pues de no afianzarse el mercado de trabajo volveremos a la pérdida sustancial de su origen a los expedientes de regulación de empleo, a los despidos y a una reforma desafortunada en los convenios colectivos y con un crecimiento aparente del salario mínimo harán que se entre en restructuraciones de plantilla, pues un mercado laboral amenazado es de lo más sensible que puede proporcionar la inestabilidad en un país y ya los que conocemos, por nuestra profesión, la evolución maltrecha que han tenido los trabajadores, no queremos pasar por un nuevo percance que no solamente repercutirá en el mundo laboral, sino lo que es más grave, en el mundo de los pensionistas, pues una falta de cotizaciones nos hará débiles ante el futuro y esto es lo que debemos evitar ante el temor a una contra-reforma laboral.
Un Gobierno en funciones y un megáfono abierto permanente queriendo reformar el mundo laboral es tan peligroso que quienes vengan a invertir y a crear empleo esperarán a un horizonte más apetecible para dejar su dinero dañando a nuestro mercado y poniéndolo, de nuevo, en el escenario de los años 2011 y 2012, pues no olvidemos que quien crea empleo son las empresas con sus propios recursos y no los políticos, por lo que cuidado con amenazas veladas contraproducentes para que después no tengamos que arrepentirnos.
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