Tamara García
Sordera
El Palillero
NO se recuerda un Rocío tan lluvioso como este en los últimos años. La hermandad de Cádiz suspendió su paseo por la ciudad. No acudió al Ayuntamiento (una cita que tenía algún morbo político), pero tampoco pudo cumplir el ritual de despedirse de la Patrona en Santo Domingo. Ayer estaban en alerta amarilla las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla, que aportan el grueso de las hermandades para los caminos rocieros. El Plan Romero ha tenido que plantear rutas alternativas. Aunque con cambios y con recortes, siguen adelante bajo la lluvia.
El Rocío es una fiesta religiosa de raíces rurales. A diferencia de las Semanas Santas andaluzas, que son urbanas (con las ciudades y sus barrios como escenarios), en el Rocío las hermandades acuden en peregrinaciones por caminos rurales, pasando por rutas de belleza innegable. Es una maravilla para los fotógrafos. Las hermandades de la provincia de Cádiz llegan hasta Sanlúcar de Barrameda, embarcan en Bajo de Guía y atraviesan paisajes de ensueño en Doñana hasta llegar a la aldea de El Rocío. Mientras que el camino sevillano es el más famoso, éste es quizás el más telúrico.
Precisamente por ese origen rural, por cercanía y por antigüedad, las hermandades gaditanas que tienen más arraigo y participación son las de las ciudades y poblaciones con más tradición agrícola y ganadera. Existe una correlación evidente entre los municipios más rocieros, las hermandades de más solera y los que tienen mejores ferias: Jerez, Sanlúcar, El Puerto… Sin embargo, también se debe resaltar el gran esfuerzo que ha realizado la hermandad de Cádiz en los últimos años para peregrinar en las debidas condiciones al Rocío. Aún sabiendo que no era fácil en esta ciudad.
Mantenerlo y acrecentarlo será el reto de la junta que preside Manuel García Perales, que sustituyó a Francisco Ghersi como hermano mayor. En Cádiz, es muy natural que los rocieros tengan su sede en San José, que ha sido como la catedral de aquel territorio agrícola de los Extramuros. Si hubo un Cádiz dedicado a la agricultura, ese fue el que creció en torno a las huertas de San José y las bodegas de Lacave. Por supuesto, de aquello ya no queda nada, sólo la memoria histórica. Pero también permanece esta huella rociera, a modo de símbolo.
El Rocío gaditano tiene mucho mérito, porque comparecen junto a otras hermandades que proceden de una realidad social más favorable. La adversidad del tiempo les obligará a un mayor esfuerzo. A pesar de los temporales, ya están en el camino.
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