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SE puso a sonar mi móvil. Dos amigos habían coincidido casi a la vez en la idea de sugerirme el mismo artículo. "Demuestra tu solidaridad con el cónyuge de Susana Díaz, José María Moriche. ¡Tu mujer también se casó con un tieso!" Agradezco que mis solidarios amigos se angustien por mi afanosa búsqueda del tema nuestro de cada día, pero no es verdad. Aunque mi mujer lo gane mejor que yo, porque ella lo vale, y en una bodega, encima, sería poco respetuoso presumir de tiesura cuando mi sueldo es muy digno. Tampoco el de Moriche es para llevarse un berrinche. Es un mileurista como tantísimos.
Del tema hay mucho que decir y desde distintas perspectivas, pero se acaba pronto. José Antonio Carrizosa ya analizó ayer muy bien lo que tiene de error de estrategia del PP enredarse en un asunto tan menor. Lo importante es que Moriche no cobrase ilegalmente ni preparase ni tutelase ni evaluase cursos para los que le faltara la titulación requerida. Si todo está en orden, bien. Si no, mal. Y es lo que hay que ver sin que nos distraigan las salidas folclóricas de Susana Díaz.
Que ya nos han distraído de los ERE, que es lo gordo y donde nos las tendríamos que tener muy tiesas con la corrupción. El eco mediático está a menudo muy mediado, y monta más follón una frase escandalosa que un escándalo juzgado.
Luego está lo anecdótico. A estas frases tan rotundas, conviene rotarlas. Para verlas por atrás. ¿Alguien concibe que un político con altas responsabilidades dijese en una comisión que "él se casó con una tiesa?" No hay precedentes. La salida de Susana Díaz esconde un obvio micromachismo reflejo, pues da por supuesto que el esposo tiene que aportar más a la familia. Si no lo hace, es una cosa llamativa y digna de comentario hasta en sede parlamentaria. Tampoco hay que hacer demasiada sangre, desde luego, pero choca que a la presidenta del gobierno que quiere obligarnos a decir los andaluces y las andaluzas, los niños y las niñas, los profesores y las profesoras, etcétero y etcétera, se le escapen estas cosillas.
Aunque, en fin, lo dicho, tampoco vamos a ponernos muy tiesos (en el sentido de estirados) o muy siesos (ahora por la rima), por un calentón de boca de la presidenta. Si le he dedicado el artículo, es porque de algo tengo que escribir, que la cosa está muy apretada. Seguro que José María Moriche me entiende a la perfección, -hypocrite lecteur, -mon semblable, -mon frère!
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