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LA mayoría absoluta del PP en Galicia sólo habría sorprendido de no salir. Los malos resultados en el País Vasco, tanto el PSOE como el PP, tratarán de remediarlos ambos con la política de pactos y el incremento de poder negociador que derivará de la necesidad de acuerdos que tendrá el PNV. Para la política nacional, nada sustancial ha cambiado.
Sánchez ya había taponado preventivamente las brechas: sus expectativas eran tan bajas, que, aunque luego haya conseguido unos pésimos resultados reales, siempre puede presentar como un éxito haber vencido a los pronósticos. Es un éxito virtual, pero hasta ahora el truco 2.0 le ha funcionado. Nos había vendido que había aguantado el sorpasso y ahora puede vendérnoslo menos, porque, aunque tiene los mismos representantes que En Marea, ha cosechado menos votos. En el País Vasco, el sorpasso es indiscutible. Por si acaso, él ya había lanzado el órdago del comité federal.
A nivel nacional, de estos resultados se nos olvida un pequeño detalle, que es el único clave: Ciudadanos. Natural que se nos olvide, porque el tamaño de Ciudadanos en Galicia y en el País Vasco es ninguno. Pero cuidado, porque ningún partido exponía tanto estratégicamente como los naranjas. Rivera ha optado por el perfil conciliador en sus dos vertientes, a derecha y a izquierda; y el electorado castiga su versatilidad.
Estos resultados obligan a Ciudadanos, por su insignificancia y por la necesidad de marcar urgente y claramente su territorio, a recuperar sus orígenes más beligerantes y más antinacionalistas; mientras que el PP y el PSOE, tanto por tratar de pactar ambos con el PNV como para ejercer el poder autonómico en Galicia, relajarán aún más su preocupación por la unidad nacional y la soberanía de todos. Habrá un cruce de querencias en direcciones opuestas.
Tras tantas especulaciones de amplio espectro, el verdadero efecto de estas elecciones regionales no será sino distanciar a Ciudadanos de su papel de chico para todo, de facilitador, de punto mínimo, pero de apoyo siempre. El electorado no aprecia sus desvelos, y los rasgos identificativos a los que tiene que volver lo alejan de sus socios sucesivos. El cambio de Ciudadanos será mínimo, apenas un granito de arena, pero en la rueda del engranaje, y en un engranaje, encima, que todavía no había terminado de arrancar. Más dificultades, pues, para el pactismo, como si no tuviésemos aquí bastantes.
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