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ME someten a una entrevista y salgo mareado de tanto hablar de mí. Una de las preguntas es, precisamente, si no me abruma el "yo" de mis poemas o de mis columnas. Abrumarme, me abruma, sí, pero sin yo no soy nadie. Quiero decir, que soy la pequeña parcela desde la que puedo hablar.
Lo cual me plantea una cuestión grave, además del ineludible cansancio de mi nombre, por decirlo a lo JRJ. El problema objetivo es que hay temas que me importan mucho, pero de los que no puedo escribir porque no tengo nada personal y propio que decir desde mi yo, que es la única pista de despegue de mis columnas. Cuando mi opinión es la misma que la de todos, por qué voy a escribirla, a firmarla y hasta a cobrarla. Por tanto, con frecuencia, lo que pienso y siento no lo escribo, no porque no sea importante -que lo será más-, o porque no lo sienta o porque lo piense menos, sino porque no hallo nada mío que añadir.
Una manera sobrevenida de esquivar esta dificultad es la etiqueta del "Je suis". Se trata, en realidad, de una proclamación de solidaridad que llega al máximo, a la identificación con la víctima; pero por deformación profesional de columnista veo también un expediente para superar los límites que impone el propio yo sin dejar de arrancar de él. Por una cosa y por la otra, yo soy Nahed Hattar, el cristiano jordano que ha sido asesinado por publicar una caricatura de Alá para fustigar a los terroristas del ISIS.
Es un doble mártir: del cristianismo y del periodismo libre, y, tal vez, triple, si contamos su patriotismo de jordano que defendía que su país era y tenía que seguir siendo un lugar de convivencia más civilizada. Hace unos días, nos informaba el Diario de que George Clooney se había peleado con su mujer porque la famosa abogada iba a defender a una chica víctima del llamado Estado Islámico, y eso les podía acarrear problemas. ¡Todo un héroe este George Clooney...!, pero el contraste nos sirve para entender el temple de Nahed Hattar, que no sólo defendía a una víctima, sino que atacaba a los asesinos (la mejor defensa es un buen ataque) sobre el terreno. Los que piensan que tendría que haberse dejado de caricaturas hacen el papel de George Clooney, tan poco airoso.
Yo, que no tengo nada que añadir, puedo sumarme al homenaje y al dolor. Al "Je suis" le agradezco que me permita escribir mi reverencia desde un yo que hoy es mucho mejor y más valiente por ser Nahed Hattar.
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