El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
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HA dicho Carolina Bescansa, la mamá del niño congresista, que Podemos habría ganado las elecciones si sólo votaran los menores de 45 años. La boutade podría volverse por pasiva sin esfuerzo: si sólo votaran los mayores de 40 años, Podemos no se comería una rosca. Esta constatación, que ofrezco gratis, me parece que ofrece un ángulo del asunto mucho más nutritivo que la primera de Bescansa, entre otras cosas porque su digestión podría ayudar al tándem Iglesias/Errejón a salir del conflicto en que se encuentran a causa, precisamente, de no saber por qué el electorado con más experiencia en la vida les rechaza. Pero es que, además, permite otras reflexiones.
Si la gente de mediana edad en adelante se muestra inmune al perfume podemita, la cuestión principal, para todos los demás partidos, sería llegar a saber qué se ha hecho mal para que un partido neocomunista y demagogo que no esconde su agresividad (hay que dar miedo, dice Iglesias sin que nadie se escandalice), haya podido calar en tan poco tiempo en una generación que, se afirma sin gran base, es la mejor preparada de la historia de España. Y ahí emerge la gran responsabilidad del PSOE, que ahora paga los platos rotos que antes se encargó de poner al borde la mesa. Porque fue el giro del PSOE desde la socialdemocracia a la izquierda posmoderna y su entusiasta acogida de todas las aguas negras emanadas del reventón del pozo del marxismo, lo que ha permitido la educación de la actual juventud en ideas completamente ajenas e incluso inasumibles por el actual sistema.
El PSOE, lo quiera o no reconocer, ha sido el heredero directo y primer beneficiario de la sociedad creada y mimada por el franquismo: una sociedad de clases medias y medias-bajas, apegadas al progreso material y al Estado de bienestar, relativistas y pragmáticas. Pero ha sido el PSOE quien se ha encargado de dinamitar los valores y convicciones que todavía hoy sostienen a esas clases, a menudo más tradicionales que los de la derecha liberal, para sustituirlos por un paquete de "ismos" que nada tienen que ver con ellas y sus intereses. Los vientos de la crisis han dispersado las esperanzas y los votos de una clientela antaño fidelísima. Frente a tanto y tan sostenido dislate parece alzarse la voz de la última representante genuina del socialismo al hispánico modo: ¡Ex Triana lux! Eso sí, hace falta mucho cepillo.
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