El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Envío
IMAGINO que en este momento en que escribo, la España que vive pendiente del poder, sus usufuctuarios y sus innobles teatrillos no se despega del televisor a la espera de la aparición del gran hombre que rige los destinos patrios, pero un servidor, fiel a las costumbre de estos últimos Envíos, se propone un breve viaje hasta la lejana Polonia, uno de esos países en los que pasan cosas que uno quisiera ver expandidas a otras latitudes donde, qué le vamos a hacer, hemos de conformarnos con discursos vacíos de líderes ectoplasmáticos o con los restos orillados y orinados del fracaso mundial del comunismo.
Polonia funciona y el país empieza a ser algo más que una Santa Faz en la que se adivinan todos los ultrajes y tormentos que el socialismo real infligió a los pueblos eslavos. Polonia reconstruye su milenaria tradición de frontera de la Cristiandad y nos propone un modelo político y social fundado en sólidas mayorías que saben lo que hay detrás de la palabrería izquierdista, cimentado en criterios morales y en la gente que se echa el país a las espaldas, no en la que se cisca en sus muertos y en su historia. Y, en consecuencia, sólo en consecuencia, la economía crece y Polonia prospera.
Todo esto provoca verdadera ictericia en esa especie de sanedrín políticamente correcto y vendido a todos los grupos de presión que es la Comisión Europea. Por asombroso que pueda parecer, ese conjunto de políticos desechables -que acaba de recibir la formidable patada de los británicos en nuestro culo- se permitió hace unas semanas dar un plazo de tres meses a la Polonia renaciente para que su Gobierno demuestre que el país es un Estado de derecho. Así como suena. Y es que las leyes que Polonia está aprobando sobre familia, matrimonio, aborto o inmigración, así como el sustrato ideológico que alimenta la renovada identidad polaca no gustan nada a los oligarcas de Bruselas. Y ahora mismo tenemos a las instituciones europeas tratando de alentar a los grupos abortistas que en estos días han protestado en Varsovia y otras ciudades contra el proyecto de protección a la vida que con el apoyo de más de 250.000 firmas se ha presentado en el Parlamento polaco. Una actuación altamente ilustrativa de lo que nos espera a los europeos si no reaccionamos a tiempo, como ya han hecho los ingleses, frente a los inconcebibles desmanes de Bruselas, que cada día van a más.
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