Cambio de sentido
Carmen Camacho
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Crónica personal
RESPETO. Ha sido la palabra más repetida por el presidente de Gobierno en la rueda de prensa con la que anunciaba la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones. Pero la palabra respeto suena a falso en un hombre que pocas horas antes de pronunciarla declaraba en una entrevista que había mentido a los españoles cuando negó que negociara con ETA tras el atentado de la T4. Un hombre que arremetió de forma implacable, al igual que sus ministros, contra quienes afirmaron que estaba negociando políticamente con ETA, a los que llamó poco menos que miserables por dar más credibilidad a una banda terrorista que a un presidente democrático. Zapatero, el que pide respeto y promete respeto, el que designó ministro de Interior a quien el día de reflexión pronunció la frase "Los españoles merecen un Gobierno que no les mienta", ese mismo Zapatero, resulta que mintió.
Finaliza la que probablemente pase a la historia como la legislatura más bronca, más crispada y probablemente más decepcionante de la democracia. Y si fue excesivamente bronca, crispada y tensa ha sido precisamente porque el presidente de Gobierno no tuvo pudor en mentir cuando consideró conveniente. Mintió cuando dijo que no era él quien había roto el pacto antiterrorista, ha reconocido hace tres días al lado de Sarkozy que no se realizó el proceso de verificación al que obligaba el mandato parlamentario para negociar con ETA, lo que significa que también nos engañó en ese asunto. Mintió cuando dijo que la política no interfería en cuestiones judiciales, lo que era falso de toda falsedad en los casos Otegi o De Juana, como mintió cuando dijo que impulsaría la ilegalización de ANV si no condenaba los atentados.
Es triste escribir unas líneas en las que se acusa de mentir nada menos que al presidente de Gobierno, pero en este caso es el propio Zapatero el que reconoce que mintió. Y lo peor es que no sólo no ha pedido perdón sino que considera que actuó como debía.
Si tenemos en cuenta que se demonizó a los políticos y periodistas que llevan años denunciando que Zapatero se había metido en una dinámica de engaños sucesivos en todo lo relacionado con las negociaciones con ETA, y si tenemos en cuenta que el presidente siempre presumió de mantener sus principios éticos contra viento y marea, sorprende que ahora asuma la mentira con toda normalidad, como si eso fuera lo habitual en el siempre convulso mundo de la política.
Pide respeto, pero ¿lo ha tenido él? Cuando se negocia con una banda terrorista los ciudadanos comprenden que no todo puede salir a la luz ni se puede dar información del día a día. Pero lo que no se puede admitir es el engaño. Y lo ha habido. No sólo respecto a las negociaciones.
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