Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Calle real
DE Bernardo se ha reunido con los empresarios para pedirles que contraten gentes de La Isla. Si la norma hubiera sido ésta yo no sería cañaílla, ni hubiera escrito Calle Comedias, ni Camarón, vida y muerte del cante, ni Mal de piedra, ni dicho el Pregón de la Semana Santa de La Isla, ni habría hecho en San Fernando una familia numerosa. Porque mis padres no eran de La Isla. Perdón: quiero decir que no nacieron en La Isla, vinieron a La Isla a trabajar y eligieron esta ciudad para vivir. Mi padre hizo mucho el bien -me lo han dicho siempre, me lo siguen diciendo- durante toda su vida en San Fernando, pero había nacido en Jaén. Además me casé con una gallega. Y para colmo trabajo en Cádiz y para el Ayuntamiento de Cádiz, y escribo en este DIARIO, que es de una empresa gaditana de Cádiz. Los empresarios con los que se reunió el alcalde andalucista, ¿solamente tienen clientes de La Isla? ¡Viva la autarquía! Lanzo a la sociedad isleña, agobiada por el paro, el mensaje de que, como alcalde, me preocupo de que el trabajo que entre en La Isla sea para La Isla y ya está, pienso que meto algunos votos en el saquito de votos con los que voy capeando el temporal de la caída libre de mi partido.
Y los demás que arreen, claro.
A los andalucistas, aunque sean sensatos como es o hasta ahora ha sido el caso de De Bernardo, les sale el nacionalismo a la primera contrariedad. La culpa la tiene España, siempre. El trabajo para los de La Isla. El infierno son los otros, que decía Sartre. Esta ciudad ha venido siendo beneficiada multisecularmente por las inversiones que llegaban de "fuera", la población isleña está formada por gentes que, como es mi caso, procedemos de familias que llegaron a esta tierra amable desde los cuatro puntos cardinales de la nación española (sí, la nación española, que la Constitución de 1812 estableció y sentenció que era obligación de los españoles amar a España (la Patria) y "ser justos y benéficos") pero ahora, a la primera contrariedad, enseña la patita el lobo: primero los de La Isla, y luego los de La Isla. El resto, que espere. Y los emigrantes, a sus países de origen (esto lo digo yo, en la onda proteccionista esbozada). Hay días que no me levantaba de la cama, de verdad.
También te puede interesar
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La pesadilla andaluza
Por montera
Mariló Montero
Los tickets
Lo último