Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Libros
LUGAR de encuentro y esparcimiento fue el columpio durante varias centurias, en él se dieron los primeros galanteos de aquellos mocitos que con calañés de lado y patillas de boca de hacha poblaban las tierras meridionales de España, aquellos majos de la Corte, chisperos de montera torera que bamboleaban a las manolas de madroños en el pelo o "mancebicos" judíos que matexaban a las alashas de Tetuán o Alcazarquivir, ellos eligieron el columpio, la bamba, para su ceremonial amoroso. Al pie de un gran árbol de fuertes ramas, o en calles o casapuertas el columpio se ritualizaba, ofreciendo éste los elementos adecuados para desplegar el cortejo de manera minuciosa. Rural o urbano el rito festivo de la soga servía de argumento para que los jóvenes expresaran a través del canto y los jijeos sus deseos, columpiarse tuvo una alta simbología erótico-amorosa. Los cordeles representaban la fuerza, a través de la cual los pretendientes buscaban la tensión emocional con el impulso que daban al columpiar a la moza, incentivando un contacto físico permisible el columpio servía de trono para que las jóvenes se exhibieran, aceptaran o rechazaran a un mozo. Tras la contienda civil que asoló España el ritual amoroso del balanceo fue perdiéndose paulatinamente.
Con el nombre de "Al vaivén del columpio" María Jesús Ruiz Fernández, José Manuel Fraile Gil y Susana Weich-Shahak nos invitan a evocar un marco temporal hoy perdido y antaño muy común en gran parte de la geografía pan-hispánica. Con sentido crítico los tres investigadores nos muestran tras una interesante labor de recogida de coplas y retahílas de columpio la pervivencia de un género que murió por los cambios de usos en el cortejo: la estandarización cultural y un profundo cambio en las maneras de diversión dieron al traste con un entretenimiento atávico que servía de punto de encuentro para que los mocitos en días señalados del ciclo anual pudieran transgredir sus papeles: donde cabían sin reparos el galanteo femenino cuyo cortejo descarado en los días de carnaval producía uno de los ritos de inversión más curioso de nuestra cultura tradicional.
El libro se estructura en tres partes bien diferenciadas: la dedicada a la poética del galanteo en Andalucía, el columpio y las retahílas en el resto de la península y el columpio entre los sefarditas de Marruecos, así mismo hay un breve análisis de melodías que nos muestran las claras influencias de estos cantos y por último hay una interesante cita de referencias literarias y testimonios antiguos que demuestran la pervivencia del mismo en obras de carácter costumbrista.
El repertorio lírico-musical del columpio se asienta sobre distintos géneros, uno de ellos fue el de la tonadilla escénica, hasta el siglo XIX pervivió una canción muy popular llamada "Las Habas Verdes" que provenía de ese ámbito, esta canción y baile a la vez, se solía cantar a modo de bambera en los columpios, hoy por desgracia se halla totalmente desaparecida del corpus de coplas de la bamba.
El acto de la mecida sirvió para establecer una teatralización del relevo generacional donde las jóvenes se convertían en actrices principales: el columpio se formulaba como rito de paso, transitorio, marcador de un cambio de mentalidad, de niña a mujer. Todo este complicado ceremonial queda reflejado en una lírica que se pone al servicio del cortejo, si bien el columpio también llegó a cumplir un rito de ascensión: las informantes de Ubrique recuerdan poner un farolillo en el cementerio y después montar el columpio para volver más tarde a recogerlo, el columpio servía de puente entre el cielo y la tierra, a través de él se recordaban a los seres ausentes.
El libro se acompaña de un magnífico Cd con treinta y un cortes con recogidas en distintas localizaciones geográficas y temporales, destaca especialmente las de Arcadio de Larrea en Arcos por su antigüedad, las sefardíes y las halladas en la mitad norte de España ya que la tierra por excelencia del columpio fue el sur peninsular.
En cuanto a la bambera flamenca tuvo especial difusión la recreación de La Niña de los Peines, antes ya lo habían hecho Marchena y Pepe Pinto, oyendo a las informantes de este disco se llega a comprender como evoluciona y como se formaliza como cante en la voz de Pastora, pero no fue la única intérprete flamenca que tomó como referente este tipo de copla de galanteo, no hay que irse muy lejos para descubrir en "La Leyenda del Tiempo" de Camarón también encontramos cantos de columpio.
Magnífico trabajo el de estos tres investigadores, enhorabuena a las instituciones por haber creído en un proyecto que revaloriza nuestra historia y nuestra identidad, esperemos que sólo sea el principio y nos sigan regalando joyas como estas.
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