Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
De poco un todo
ESTÁ de moda rasgarse las vestiduras. Ante la más mínima crítica al despilfarro autonómico o a las políticas lingüísticas, ponen cara de víctima, acusan al crítico de catalanofobia, de andalucifobia o de euskalerrifobia, y punto en boca. A estos estados extremos de estrechez geográfica y mental nos ha traído el estrago de las autonomías. Para protestar a mi modo, tenía previsto comentar aquí La cursilería del regionalismo (1908), un artículo magistral del gallego Julio Camba, recogido en una reciente recopilación de temerario título: Maneras de ser español. Cuenta el hombre que en Galicia se empeñaron en que aplaudiera una obra de teatro por el hecho de ser autóctona, pasando por alto el nimio detalle de que era peor que una apendicitis. El artículo es hilarante en la forma, trágico en el fondo y profético de este 2009 nuestro. Yo pensaba terminar aplaudiéndole y dejándome caer: "Pues aquí queda, ea, este homenaje a un gallego, a pesar de que en la provincia tenemos nada menos que a don José María Pemán".
Pero el hombre propone y Dios dispone. Ayer casamos a mi cuñado y anteayer no me quedó más remedio que dedicarme a la melancólica tarea de desempolvar mi chaqué. Fue entonces cuando recordé vagamente un artículo sobre esa operación. Pensé: ojalá sea del catalán Josep Pla y así, sin apartarme del plan inicial, mezclo mi circunstancia con una muestra de catalanofilia. Teniendo en cuenta que la mujer de mi cuñado es catalana, sería un detalle bonito, además. Sin embargo, he comprobado que Pla no escribió ese artículo, vaya. ¿Sería del gallego Wenceslao Fernández-Flórez? No. ¿Del madrileño González-Ruano? No. ¿Del madrileño y conde y obeso, Foxá? No. ¿Por lo menos, del sevillano Joaquín Romero Murube? Tampoco. Maldición, me dije, cuando por fin lo encontré: era de don José María Pemán.
Eso sí, Gloria y dolor de la etiqueta es un artículo redondo; así que dejaré mi gesto contra la estrechez autonómica para mejor ocasión. O para mi cuñado, que casarse con una catalana sí que es una protesta con todas las de la ley, definitiva. Yo, por hoy, ya tengo bastante con meterme dentro de la estrechez de mi chaqué.
En su artículo, don José María establece la ley Pemán, según la cual: "Todo el que se viste de etiqueta ha engordado siempre". En realidad, a pesar de la crisis, aquí todo el mundo ha engordado, sólo que con las t-shirts y los pantaloncitos cortos se nota menos. Lo nota menos el interesado, quiero decir. El que se viste de chaqué lo nota en sus propias carnes. "¿Lo habrán encogido en la tintorería?", pregunta, aferrándose a un clavo ardiendo.
"No", contesta su mujer. Mejor no hablar más, contener la respiración y embutirse dentro. Para consolarme, recuerdo a Vicente Núñez, otro, ay, andaluz: "Todas las posturas incómodas son elegantes" y, por si acaso ocurriese lo peor, no olvidemos que la última moda es rasgarse las vestiduras.
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